jueves, 17 de abril de 2014

¿Y ahora... qué?

Foto de nuestra segunda semana allí, jugando a un juego de mesa en casa


Ya han pasado casi 1 mes de nuestra vuelta... A Javi y a mí nos habría gustado escribir otra entrada desde allí, describiendo los últimos días, pero el ritmo frenético que tuvimos que llevar nos lo impidió. Un último viaje por el interior, visitas y... despedidas, despedidas y más despedidas. Coincidió nuestro último día con una celebración de los 50 años desde la fundación del hospital, de hecho vino la presidenta a participar en un acto unos días antes. Hacer las maletas, limpiar un poco la casa, preparar los regalos para la familia, lo que nos queríamos llevar con nosotros o dejar allí... Otra buena opción habría sido escribir una entrada a los pocos días de llegar, quizá incluso al día siguiente. pero esta vez, el shock emocional y psicológico, junto con las bienvenidas, fue lo que nos lo impidió. ¡Os pongo para empezar una última sesión de fotos, que ilustran nuestros días finales allí!


Durante el acto de celebración:
Nosotros tres con la persona que más se ha
preocupado de nuestra seguridad allí,
el secretario del embajador de Liberia

El Dr. Tadross

Ellen Johnson Sirleaf, actual presidenta de Liberia

Dos desconocidos en la ceremonia. El hombre me pidió que les hiciera una foto,
 sin motivo aparente.

Un "casco azul", parte de la escolta de la presidenta,
asegurando una de las zonas del hospital

Uno de los trabajadores de mantenimiento del hospital

La escolta preparándose para salir

Los trabajadores del hospital viendo marcharse a la presidenta


















Este es el hermano Justino, que estuvo en Liberia más de 20 años y consiguió que sobreviviera el hospital durante toda la guerra, arriesgando su vida en varias ocasiones. Toda una leyenda.

Javi con Nimley, también llamado "flexible" por una coña entre ellos dos

Nuestra amada Mary, una de las cocineras del hospital

No recuerdo el nombre de este guardia de seguridad del hospital,
pero desde luego se lo tomaba en serio

Krubo nos invitó a su casa a unos días de marcharnos.
Fue la última vez que vimos esta impresionante zona de la ciudad.



Esta playa se veía desde la puerta de casa de Krubo

Esta es la calle (si se puede llamar calle) donde está la casa ,
y esta la puerta de su casa

La playa de la comunidad. Era también el retrete oficial



En el último viaje que hicimos, una semana antes de volver, tuvimos un pinchazo,
y paramos en este pueblo a arreglar el neumático

Unos niños nos empezaron a cantar canciones desde el otro lado de la carretera. La letra decía: "white men give us some chicken wings, white men give us some bread". Prefiero no imaginar como habrán sido sus primeros años de vida

No pudimos decir que no al reto y nos unimos a cantar con ellos

 





Los paisajes que encontramos fueron espectaculares








Tras estas fotografías, que nos transportan a otro mundo (ahora a mí también me toca trasladarme allí con la imaginación para poder recordarlo), os quiero contar como ha sido la llegada.

Han sido unas 4 semanas muy curiosas aquí, en nuestro país de siempre, nuestro hogar.  En mi caso recibí auténtica terapia de choque, ya que al día siguiente de volver me encontraba en una casa rural en Ávila celebrando por todo lo alto la despedida de soltera de una de mis mejores amigas. A pesar del contraste, fue un modo genial de volver a reencontrarme con gran parte de mis amigos. Sin embargo, tras la despedida, esa semana apenas salí de casa. Mi cerebro me daba entretenimiento de sobra, pensando en todo lo vivido. Poco a poco, al salir a las calles, a los centros comerciales y a las carreteras, ha habido muchas cosas que nos han sorprendido... He observado impresionado las carreteras de Madrid, su orden e ingenio. La armonía de los coches circulando conforme a una única norma de velocidad y comportamiento, avanzando por esas lisas carreteras como si lo hicieran más bien sobre raíles electrizados en una película de ciencia ficción. Nada que ver con el desbarajuste pintoresco que cada día veíamos en las carreteras de Liberia, sin apenas norma ni control. Hace un par de días, comentaba con Javi lo impresionados que se sentirían nuestros amigos de allí si se dieran un paseo por la Castellana, con los altos edificios a un lado y a otro, con el afamado Bernabeu, con sus ordenadas hileras de árboles... También impresiona la nuevamente adquirida sensación de seguridad y tranquilidad al salir a las calles. La policía ha pasado de ser una amenaza a ser símbolo de protección, hasta dan ganas de abrazar a esos hombres de uniforme que vemos por las calles (supongo que esa sensación cambiará con la primera multa que nos caiga). Ya nadie te mira como si fueras un bicho raro por o como si fueras una cartera andante. Aunque es cierto también que ya nadie nos detiene para saludarnos con alegría y darnos la bienvenida desinteresada a su país. Ni nosotros lo hacemos con los que vienen de fuera. Las caras de la gente ya no son las mismas, han pasado de ser todas un enigma, el símbolo de una cultura, unos sentimientos y unas inquietudes desconocidas para nosotros, a ser un libro abierto, el reflejo de nuestra sociedad e incluso de nuestros propios deseos, de gran parte de lo que llevamos dentro.

Tras esa primera semana de shock más profundo, y esos primeros contactos con la sociedad occidental, va empezando a sedimentar el poso. Y creo que aún queda mucho por sedimentar (ahora sólo estamos entrando en la fase subaguda, como diríamos en medicina). Se trata de una sensación de haber vivido y ganado infinitamente más de lo que hemos dejado allí... una sensación de no merecer nada de lo recibido. Como era de esperar, los primeros días valoras mucho más tu casa, tu comida (¡ensalada y verdura al fin!¡no más arroz con pollo!), tu baño y tu cama. Pero a eso uno se acostumbra rápido. También valoras el contacto de nuevo con tu familia y amigos, el darte cuenta de la gran suerte que es contar con tanta gente que te aprecia, te cuida y se alegra de verte, y con la que además puedes hablar de tantos y tantos temas en tu mismo idioma, con tu misma comprensión. Y sobretodo, el volver a recuperar el trozo de identidad que te habías dejado aquí, formado por todas esas personas que nos construyen cada día. Pero además de todo esto, están empezando a aparecer las ganancias inesperadas... esas que no íbamos a buscar, pero que han resultado estar allí. Yo ahora enfrento el MIR de una manera totalmente diferente; hace un año, lo habría hecho porque era "lo que toca", porque en España sin ser especialista ya no vas a ningún lado. Habría tenido mayor o menor motivación y optimismo a lo largo de los meses de estudio, y ya está. Ahora las cosas son diferentes. He visto allí lo que realmente vale un especialista y lo que puede dar y cambiar la vida de las personas, y más aún si no hay más que uno en todo un país. Me he dado cuenta de que tengo la inmensa suerte de vivir en un sitio donde se me da la oportunidad de llegar a eso, de aprender mucho más, de recibir unos conocimientos que me capaciten en un futuro para ayudar mejor a la gente - en mi campo-, y encima con unos niveles técnicos de la más alta calidad. El MIR y la residencia (con sus fallos y sus aciertos) ya no son una imposición sino un gran regalo, una responsabilidad para con el mundo y un reto vital, que acepto con gusto, y sabiendo que no lo merezco; desde luego no más que cualquier médico liberiano que probablemente nunca tenga la oportunidad de hacer una especialidad. Ya se mejor a donde voy, y he tenido que viajar a otro continente para darme cuenta. Y se que hay mucho más detrás de todo esto. Esta claro que enfrento la vida ahora de otra manera... y creo que nos pasa a los tres lo mismo. Hay problemas y barreras que con la distancia han revelado la gran estupidez que eran. Por supuesto hay una mayor consciencia de lo que tenemos sin haberlo ganado, sólo por haber nacido en el sitio el que nacimos, y con la familia que nos hizo crecer. También, hemos visto todo lo que la vida puede regalar a uno, si se está dispuesto a dar un salto al vacío. Sin duda confío mucho más ahora en lo que la vida me depara. Y se que si estoy dispuesto a dar más saltos de fe, la ganancia sólo irá en aumento. Y solo puedo sentir gratitud por todo esto.

Para acabar, lo que yo considero el mayor regalo, y a la vez el más difícil de entender, es este: ahora conocemos con mucha más profundidad la realidad del mundo, conocemos mucho más su justicia y su injusticia, las hemos visto cara a cara. Y eso, aunque es duro, puede cambiar tu forma de pensar (y espero que también de vivir), pues estamos más cerca de la verdad. Esta es una frase que digo mucho estos días: "una vez has visto lo que hay allí, ya no puedes vivir ignorándolo". Espero que siga repitiéndose esa frase dentro de mí todos los días de mi vida, y que se transforme en actos de justicia verdadera, allá por donde la vida me lleve. Y no estaría nada mal si nos llevara de vuelta a Liberia algún día.

Un abrazo a todos los que nos habéis seguido en esta aventura, no sabéis lo necesario que es poder hablar de esta experiencia... y sobretodo, saber que alguien está escuchando.

¡Mucha gracias!

Minutos antes de reaparecer en Madrid


jueves, 27 de febrero de 2014

De fuera a dentro


Algo que suelo decir a quien me pregunta por esta experiencia, es que “cada día vives algo nuevo”. Y es que Liberia es un país tan diferente a España que el estar aquí es, en parte, como nacer de nuevo… aún tienes todo por aprender. Y eso lo vas sintiendo más con el tiempo; si vinieras tan solo un par de semanas te podrías ir con la sensación de entender más o menos como funciona el asunto. Gran equivocación. Según avanza la estancia, uno se va dando cuenta de lo poco que conoce y entiende, y lo mucho que podría aprender aún. Por nuestra parte, sin embargo, tenemos que empezar ya a recolectar recuerdos y aprendizajes, porque nos queda menos de un mes aquí.

Estas lagartijas de respetable tamaño y cabeza anaranjada
pueblan toda la ciudad
En esta entrada me gustaría daros una idea general de lo que es este país; al menos de lo que es para alguien que ha vivido en él 5 meses. Más en concreto, para un blanco que ha vivido 5 meses en él. Empezaré por lo más general… lo social, lo político y lo económico, y luego pasaré a lo más personal y singular: las personas que más hemos conocido aquí. De nuevo, vamos a ver si podéis sentir parte de lo que nosotros sentimos aquí.

Empiezo contándoos una aventurilla que va a dar para describir muchas cosas de este país. Un día tan caluroso como otro cualquiera Carmen (coordinadora del “Proyecto Fístula”), Gonzalo, Raquel (novia de Gonzalo que ha venido a pasar dos semanas aquí) y yo vamos al Ministerio de Género y Desarrollo. Tenemos una cita con la ministra para hablar sobre el proyecto y sobre las cirugías que se van a realizar al final de marzo, buscando conseguir apoyo por su parte. Para realizar la ardua tarea de llegar hasta el ministerio –muy ardua si no tienes vehículo propio, como es nuestro caso- llamamos a un taxista. Es Mohamed, un extranjero (no se si guineano o ganés) que ha venido aquí a intentar hacer algo de dinero con su coche. Mohamed trabaja dentro de una red de taxistas extranjeros que solo llevan a gente “con dinero”, ya que lo que cobran está por encima de las posibilidades del liberiano medio (entre 7 y 15 dólares americanos por viaje). Lo que ofrecen: te van a buscar a casa, con lo que no tienes que tirarte 30 minutos bajo el sol ecuatorial hasta que consigues un taxi normal, y que iras tú solo en el taxi. 
Un taxi liberiano, por el contrario, sería más bien como lo que es un autobús para nosotros: lo tienes que esperar hasta que aparece, te cobra por la distancia recorrida (10, 20 o 40 dólares liberianos, es decir, unos 0,5 dólares americanos) y va parando por el camino, recogiendo a tanta gente como quepa dentro (literalmente: hasta llegar a los 6 clientes, 4 detrás y 2 en el asiento del copiloto). Hasta el mes o dos meses de estar aquí no nos atrevimos a coger taxis liberianos… el verte espachurrado entre 3 liberianos sudorosos, regalándoles tu propio sudor también a ellos, no era lo más atractivo; sin embargo desde que lo hacemos nos sentimos más libres para movernos por la ciudad y hemos asistido a muchas conversaciones interesantes dentro de los taxis. Además la realidad es que ellos casi no sudan, somos nosotros los que acabamos empapados de sudor en cuanto pasan las 10 de la mañana.

Este taxi triciclo nos llevó a casa un viernes por la noche...
a parte de ser una nueva experiencia, ¡nos salió más barato aún!

Pero esta vez llamamos a Mohamed… hay que llegar al ministerio en 30 minutos, así que no queda casi tiempo. Le decimos que tenemos prisa, y como buen taxista (…creo) se mete por el carril contrario de la carretera principal. Y los coches vienen directos hacia nosotros… parece que no ven la importancia de nuestro viaje. Cual hábil gacela va saltando de carril en carril, intentando superar la parte más atascada de la carretera que nos haría llegar tarde a la cita. Nosotros nos miramos con una sonrisa nerviosa:

-          - Bueno... ¿la principal causa de muerte en cooperantes en el 3er mundo…? ¡Accidente de tráfico! Palabras del Dr. De Diego, profesor de medicina tropical en la UAM.

Una voz sabia apunta:
-          -Pero eso es si conduce el cooperante.
-          -Cierto… no hay de qué preocuparse.

Pasada la parte excitante del viaje recuperamos la calma… me voy fijando, una vez más, en el paisaje de la pequeña capital y sus afueras. Todo es una descripción perfecta de su sociedad.



Casuchas destartaladas plagadas de liberianos, sus humildes tiendecillas y puestos callejeros, entremezcladas con flamantes negocios libaneses de todo tipo (desde restaurantes a concesionarios de coches; desde hoteles hasta complejos de apartamentos en primera línea de playa). Es fácil llegar a la conclusión: mientras casi todos los liberianos mantienen una economía de subsistencia, incluso los que se dedican al comercio –que no suele pasar de pequeño comercio-, los libaneses son el principal poder comercial del país; poseen casi todos los negocios de tamaño medio y grande, y por lo que nos han contado lo mismo sucede en gran parte de África. Sin duda son gente aventurera, su sangre fenicia les impulsa a seguir la estela de sus antepasados: embarcarse más allá de sus fronteras en busca de negocio y riqueza. Pero no es solo eso lo que ven los ojos del viajero atento… los propios vehículos de la carretera son otra gran descripción del país. Un 5% a 10% de los vehículos pertenecen a alguna ONG, fundación o misión religiosa. No parece mucho, pero imaginaos ese porcentaje en Madrid… sería una auténtica invasión. Después de la guerra, hace ya 10 años, Liberia fue tomada por ONGs que tenían como objetivo el sacar este país adelante, cada una poniendo su granito de arena. Sobre el mundo de la cooperación y las ONG… lo hemos conocido aquí en más profundad. Es un mundo complejo, cargado de claroscuros, en el que no desaparecen los pecados y debilidades propios de la naturaleza humana y, si cuentan con personal local, también aparecen los del propio país. Muchas ONGs han probado ser totalmente infructuosas, ya que el sueldo, las casas y los coches de los cooperantes absorbían casi todo el porcentaje de las donaciones, llegando después a darse por perdido el propio proyecto de la ONG por falta de fondos. A veces, sin quererlo o queriendo, se puede poner al “occidental” por encima de los intereses del “pobre” incluso en estas organizaciones destinadas a todo lo contrario. Muchas otras ONG, por supuesto, luchan hasta el final por llevar a cabo los proyectos de ayuda que se habían propuesto; como casi siempre, son las propias personas las que hacen buena o mala una organización.






Otro 5-10% son vehículos de buena calidad, propiedad de los libaneses, los diplomáticos, los pocos liberianos con dinero (muchos parte del gobierno) y en general de la gente que se mueve por encima de la realidad media de Liberia. Un 75% son coches liberianos… utilitarios de más de 10 años, que por algún motivo son casi todos de la marca Nissan, y algunos están tan dañados que sorprende que aún funcionen. Muchos de ellos son los famosos taxis, que pueden ser del color amarillo característico o vehículos normales haciendo las veces.
Un Jeep de UN junto a un restaurante libanes. Un visión
muy común en esta ciudad.
El último 5-10% de los vehículos que se observan son los famosos Jeep de la ONU –UN en inglés-. Es probablemente lo que más llama la atención en las carreteras cuando llevas poco tiempo aquí, te da la sensación de estar viviendo una película. En ellos un gran número de militares de diferentes ejércitos, trabajando como voluntarios para la ONU, así como personal de diferentes cuerpos de policía del mundo, se movilizan por Monrovia y por toda Liberia. También el personal administrativo de la UN puede ser bendecido con uno de estos vehículos, cuya mayor ventaja es que jamás va a ser detenido en ningún control de policía o inmigración liberiano (y esto, os lo aseguro, descarga de una gran preocupación a la hora de viajar por el país, pues sabes que no vas a tener que sobornar a nadie o llamar a tu embajador para no acabar perdiendo horas de tu vida en una comisaría). La misión de la ONU fue clave para llegar a la paz en este país antes de que terminara totalmente reducido a cenizas. La sección militar de UN, la UNMIL, intervino a principios de nuestro siglo tras más de una década de conflicto... la dura realidad era que solo quedaban unas ruinas bañadas en la sangre del pueblo liberiano inocente, todo fruto de la búsqueda de poder de los diferentes líderes guerrilleros – o “señores de la guerra”- que se habían alzado en armas con la ambición de llegar a presidente (no había dos bandos como se suele pensar de una guerra civil… había tantos como señores de la guerra, que se llegaron a repartir por la fuerza diferentes cachos del país). En aquel entonces la UNMIL fue lo que logró traer una paz estable al país, gracias a la que se pudieron requisar todas las armas de la población, convocar elecciones y establecer un gobierno central. 
El cuartel general de UNMIL tiene salida al mar,
y está rodeado de muros y alambrada


Upss... detalles de los muros del cuartel general
Desde entonces la UNMIL ha permanecido en el país; su mera presencia es disuasoria para cualquier intento de alzamiento por parte de otro “señor de la guerra”. Además, la ONU se dedica a formar al ejercito del gobierno y a la policía (una policía que es de momento extremadamente corrupta e inútil), a ayudar en la creación de unas estructuras de estado normales, y a monitorizar la seguridad del país: ya hemos conocido a varios “observadores”, agentes desarmados que se dedican a establecer contacto con los liberianos y enterarse de cualquier posible amenaza que pudiera desencadenar un nuevo conflicto. Otras secciones o agencias de UN, como la FAO o la UNESCO, se dedican a la promoción de la educación, los derechos humanos, proyectos de agricultura, y un largo etcétera. Todo esto son actividades de gran valor que están aportando mucho al país, sin embargo, y para dar todos los puntos de vista, también hemos conocido a gente desencantada con esta organización. Hay tres realidades que remarcan como crítica: de las subvenciones que entran en el país a través de este organismo (hablamos de miles de millones de dólares), sólo un porcentaje bajo llega a manos de los que realmente lo necesitan… la mayor parte se queda en los familiares y conocidos de la clase política liberiana. Esto es debido a que el gobierno liberiano es el encargado de hacer reparto de esas subvenciones, y es extremadamente corrupto. Esto es un despilfarro que la ONU no debería permitir, pero que para evitar tendría que saltarse a la torera el poder electo democráticamente en este país… un asunto complicado. Otra crítica es que el presupuesto de esta organización es  desproporcionado… solo hay que ver lo que gana el personal administrativo internacional de rango medio: 12.000 euros al mes. 
Este soldado de UNMIL monta guardia en la entrada de la
finca donde vive la presidenta. Tras días planeando la estrategia,
le pude hacer la foto un día que había mucho jaleo en la calle.
Por último, otra cosa (que salta a la vista), es que la ONU solo crea misiones de este calibre y capacidad de acción en países donde los gobiernos desarrollados tienen algo que ganar. Liberia es un auténtico vergel de recursos naturales: oro, diamantes, hierro, petróleo… y las compañías que tienen capacidad para explotar eso son todas extranjeras; es verdad que parte del dinero se queda en Liberia, pero un porcentaje superior al 50% irá a parar a occidente. De nuevo, y como sucedía con las ONG, no hay buenos ni malos, sino más bien un complejo entramado en el que mucha gente intenta realmente ayudar a los demás y otra tanta se dedica a intentar lucrarse utilizando la injusticia que tiene delante.


Pero me he ido del tema. La reunión con la ministra fue muy interesante. Había convocado también a un par de representantes de UN que se encargan de ayudar en la coordinación del proyecto fistula nacional, y a otro del ministerio de sanidad. La reunión, a la que nos enfrentamos con tensión en un primer momento (no nos reunimos con ministros todos los días…), resultó ser una conversación amigable en la que todos teníamos algo que aportar y todo se recibía con aprobación. Quizá con demasiada. Como dijo Carmen, habrá que ver si las promesas se hacen realidad, cosa que no suele suceder en este país si hablamos de política. De momento no tenemos noticias de ellos.

A la izquierda los representantes de UN, a la derecha Carmen, Gonzalo y yo,
y en el centro la ministra de género.

No hice foto al Ministerio de Género, pero es similar a este, el de Educación.

Cuando salíamos del ministerio me venía a la mente una anécdota de Ángel, un empresario del mundo de la minería, de gran corazón (una persona que viene aquí por negocios, pero también para intentar apoyar proyectos humanitarios), que nos contaba un hace un tiempo. Ese mismo día, un senador liberiano al que conocía le había venido a pedir dinero para pasar el fin de semana… en concreto, 50 dólares americanos para gasolina. Nos quedamos boquiabiertos. Nos contaba como de vez en cuando invitaba a cenar a varios senadores y diputados, para mantener buenas relaciones con ellos y que no les quitaran la mina como ya les pasó una vez. En la cena, todos los políticos suelen comer como si no hubiera mañana, y no solo eso… cada uno encarga varios platos extra para llevar a casa. ¿Cómo es posible? Un senador en Liberia gana aproximadamente 20.000 dólares al mes, y eso como sueldo base puramente (con las ganancias corruptas llegarán a mucho más que eso). La explicación, nos dice, es que no saben administrar el dinero. Les vuela de las manos. Y además muchos tienen hijos a lo largo y ancho de todo el globo, aparte de decenas de familiares que se arriman a ellos para aprovechar su buena fortuna (esto es muy típico en África, las familias tradicionalmente comparten mucho las riquezas y las propiedades). Es curioso ver como les desaparece el dinero de las manos, igual que les pasa a nuestros amigos liberianos de condición más humilde. Son gente que, a pesar de disfrutar de una vida de riqueza, viven igual de afectados por las tradiciones de la zona, como se veía en el asunto de la familia, o como sucede también con las ideas de brujería que se mueven por toda esta zona del continente: la creencia de que hay poderes sobrenaturales malvados obrando sus artes entre ellos, de que hay brujas que se encargan de ello, y de que cualquier desgracia puede caer sobre uno si tiene la mala suerte de cruzarse con una de ellas. Otra anécdota muy descriptiva de la política liberiana (y de la conciencia política de los ciudadanos) es que uno de los senadores actuales es ni más ni menos que Prince Johnson, uno de los señores de la guerra que comenzaron el conflicto, y que atrapó a Samuel Doe, presidente de Liberia antes de la guerra, mandando torturarlo inhumanamente. Por supuesto, Johnson sembró la muerte y el crimen igual que lo hizo el famoso Charles Taylor, pero… ¿Por qué Charles Taylor fue juzgado en La Haya y ahora está en prisión, mientras Johnson es senador y se mueve a sus anchas por el mundo? Obviamente hay más de lo que nosotros podemos descubrir detrás de este asunto, y probablemente muchos intereses internacionales también (si es que hasta le ponemos el toque de "thriller" político a las entradas… ¡no os podéis quejar!).

Y con esto creo que os transmito el paisaje global de lo que sucede a nivel político en este país. Una sociedad fundamentalmente desigual, en la que unos pocos ostentan la gran parte de la riqueza, mientras una mayoría pasa hambre con frecuencia, y, en paralelo a ese paisaje, todo un ejército de occidentales manteniendo más o menos las condiciones de vida que ya tenía en su país de origen (ya sea un empresario de la minería, un administrativo de la ONU, un militar o un cooperante). Y en ese último grupo nos encontramos nosotros.

Y ahora toca un poco de sesión fotográfica para descansar los ojos y el cerebro. Son fotos de un breve escapada a Buchanan que hicimos con 4 amigas de la escuela de enfermería de aquí, Krubo, Youngor, Rosetta y Yassha. Íbamos en el coche del novio de Rosetta, un Nissan típico de los que os comentaba. Gracias a ello nos saltamos los controles de inmigración, que nunca nos pararon por no imaginarse que iban blancos dentro de ese coche. A la ida pudimos visitar la plantación de caucho de Firestone, la plantación de caucho más grande del mundo, del tamaño de una o dos provincias españolas juntas. Además es una especie de paraíso dentro de Liberia, ya que los trabajadores de Firestone (liberianos) que viven dentro cuentan con luz y agua en sus casas, así como educación para sus hijos y seguro sanitario; además el hospital de Firestone es uno de los mejor equipados del país. Ah, y hay un campo de golf dentro de la plantación. Sobre “Sunset Beach” no hay mucho que decir… sólo ved las fotos.
  
Los árboles de caucho. Hay unos cubitos pegados al tronco para
recoger su savia, que es lo que tiene utilidad.
Depósitos de combustible de la fábrica

El campo de golf
Un edificio bien hecho... Firestone es otro rollo
Rosetta nos enamora con su sonrisa
La mujer del embajador de Suecia jugando al golf, acostumbran
a venir todos los fines de semana
Un mercado en la carretera a Buchanan antes de que saquemos la cámara...
...y después de sacarla
 

Sunset Beach... sin palabras

Un niño sube a la palmera cual mono para coger un coco

Caracoles liberianos o "kissmates"... muy muy picantes
Resultado de comer un kissmate
 

Youngor ni lo nota


Krubo en su estado natural...
...al igual que Gonzalo
Intentando comprender el cosmos



Yassha

Si giráis la cabeza veréis que los niños tenían frío a pesar de estar a 25 grados

El día acabo con nosotros tres cantando "la bamba" en una fiesta
a la que nos invitaron gracias al hemano de Yassha. Esta canción siempre triunfa.

Y ahora vienen un par de preguntas interesantes y el cambio de plano en la entrada... su país es así, pero ¿cómo son ellos? ¿qué puede conocer un blanco sobre la realidad personal de los liberianos que andan por la calle? Nosotros hemos tenido suerte, ya que por nuestro trabajo en el hospital hemos compartido muchas horas con gente liberiana y nos hemos hecho verdaderos amigos, sobretodo de la escuela de enfermería. Muchos occidentales no llegan a profundizar tanto con los liberianos “normales”, ya que su forma de vida paralela a la Liberia real no les da mucha oportunidad para ello. Os voy a intentar transmitir una imagen mínima de cómo son ellos, los liberianos. Siento que no dé tiempo a contar las miles de anécdotas concretas que me vienen a la mente, porque me eternizaría, pero todo lo que voy a escribir han sido cosas que hemos visto y vivido en nuestras carnes, que vemos en el día a día con nuestros amigos aquí, y que en su momento nos dejaron boquiabiertos, pensativos o con una sonrisa.
Les invitamos a cenar a la casa de Carmen,
el menú: embutido y tortilla de patata

El embutido no fue muy bien recibido
Los liberianos son, en general (esto va a ser siempre “en general”, alguien siempre se escapa) gente muy muy amigable. Son gente que valora mucho el contacto día a día. Todos los días un saludo, aunque sea en la distancia, una sonrisa, o un apretón de manos y un “¿qué tal tu familia?”. Y todos los días es todos los días. Esto es el primer factor sorprendente… uno no se imagina saludando a todo el personal del hospital la Paz cada día al cruzarse con ellos (al jardinero, al técnico de mantenimiento, al cocinero, al carpintero…) pero aquí casi todos han hecho algo por conocernos y nos saludan siempre que nos ven. De hecho, yo que soy un poco tímido, me puedo granjear un desafecto inicial con algunos de ellos porque no soy de saludo tan fácil. Luego todo se soluciona cuando tenemos alguna conversación tonta y compartimos alguna broma que ya podremos repetir los días siguientes. Otra propiedad clave de los liberianos es que para ellos es fundamental ser hospitalario: las veces que alguno nos ha invitado a su casa siempre nos han dado de comer lo mejor que tienen, nos han sentado en los mejores asientos, nos han dado refrescos fríos (un lujazo)… en resumen, nos reciben de una forma que supera nuestras expectativas y que nos suele dejar muy tocados, ya que lo hacen realmente sin esperar nada a cambio… a pesar de que pare ellos somos ricos, millonarios.

Marvin nos invito a su casa y nos cedió los mejores (y únicos) sitios de su comedor

La suegra de Marvin se empeñaba en que comiéramos todo...
casi consigue matarnos
Por otro lado, suelen ser tremendamente impuntuales; muchas veces hemos quedado con amigos y han aparecido 2 horas después de la cita. Debe ser algo más bien conceptual… los españoles solemos ser impuntuales, eso se dice, pero entendemos que la hora de quedar es la que es, aunque luego nos retrasemos a la cita. 
Uno de los tópicos africanos es 100% real: pueden llevar
cualquier cosa en la cabeza
Yo creo que para los liberianos el quedar a una hora implica más bien una intención de verte en una franja del tiempo cercana a esa hora, pero que no tiene por qué incluirla. Afortunadamente el teléfono móvil está extendido (dato curioso es que es el único teléfono que han conocido, ya que el teléfono fijo nunca llegó a sus casas) y eso hace que, aunque sigan llegando dos horas tarde, al menos les puedes llamar cuando se retrasan y hacer un cálculo aproximado del número de horas que se van a retrasar. En una conversación con ellos hay infinitud de detalles: su forma de reírse no tiene nada que ver con la nuestra, es más callada y va acompañada de expresiones diferentes, pero brilla como la sonrisa de los niños y su risa es más frecuente que la nuestra (al menos con nosotros); su forma de negar con la cabeza suele ir acompañada de un sonido gutural que hace mucha gracia, parecido al que hacemos nosotros con la lengua, pero ellos lo hacen con la garganta. Además tienen muchas menos vergüenzas “sociales”, es fácil verles eructar delante de ti con toda paz, aunque algunos lo acompañan de un instintivo “excuse me”, o incluso verles dormir en el puesto de trabajo si no hay nada que hacer (o en los bancos de las salas de espera, tumbados y durmiendo a pierna suelta).



Masa de Kasawa

"Soup"

Emmanuel
Otro tema interesante es su forma de alimentarse, obviamente muy diferente a la nuestra… comen arroz como alimento principal, con diferentes salsas –que llaman “soup”, hechas a base de pollo, pescado y especias variadas para darle densidad y sabor… por lo general suelen ser infernalmente picantes-. En segunda línea está la kasawa, un tubérculo del que se hace una masa totalmente insípida y de una densidad criminal, que se juntan a comer con la mano, mezclando cada pedazo de la masa con un poco de “soup”. Normalmente comen sólo una vez al día, y si hay suerte y algo de dinero van comprando pequeños tentempiés por la calle o por donde estén. Muchas veces este dinero no existe, así que te dirán “today I won´t eat, I´m broke” mientras se encojen de hombros,  y no comerán nada ese día como si fuera lo más normal. Esto nos vuelve a dar información de su manera de manejar el dinero… casi todos viven al día, con lo que van ganando, como pasaba con los políticos.

Podría seguir describiendo cosas de su realidad, pero  ya hay que pensar en acabar la entrada. Nosotros seguimos aquí, a tope con la medicina y aprendiendo cada vez más, y en shock constante con lo que vivimos día a día. Algo que está siendo clave es que nuestro entendimiento de lo que es la pobreza es cada vez mayor, y vamos entendiendo en que consiste realmente. No se trata simplemente de no tener muchos bienes materiales, de no tener una tele, aire acondicionado, o miles de ofertas de ocio, ni siquiera de no tener siempre la tripa llena, se trata más bien de un conjunto de circunstancias que atacan a la persona y merman su potencial y su capacidad de desarrollarse plenamente.




Detalle del cabello de Krubo

La pobreza es falta de alimento, sí, que te quita fuerzas para actuar; es falta de educación que te resta capacidad de respuesta y de iniciativa ante los problemas de la vida, falta de medios que te limita a situación vital y una trayectoria de la que es muy muy difícil salir, tanto como país cómo como persona. Aquí se dan robos en las casas constantemente, y se dan con casi total impunidad… es duro ver como nuestros amigos no han tenido nada que hacer ni a quien quejarse cuando les han robado cosas de valor para ellos y que van a tener difícil reemplazar, no es solo la perdida de estas cosas, sino el volver hacia atrás en lo que habían construido (a Javi y a mí nos robaron los móviles y algunos dólares, y cuando fuimos a la comisaria lo único que nos ofrecían era torturar al único sospechoso que tenían a cambio de dinero…). Además de tener menos, les roban más.
"Liberian National Police"
 Por otro lado, mucha gente no ha tenido la educación ni el estímulo adecuado de pequeña, lo cual les ha dejado para siempre con una capacidad de razonamiento y de memoria menor de la que podrían haber alcanzado… recuerdo cuando intentamos enseñar a nuestro vecino Erik (que vivió gran parte de su infancia escondido en el bosque por la guerra) a jugar a un juego de mesa un poco complicado… tras horas y horas de intentarlo conseguí apenas llegar a enseñarle la mitad de las reglas. Y no solo de pequeños: una de las preocupaciones de nuestros amigos de enfermería es que les gustaría especializarse en alguna rama concreta de la enfermería, pero en Liberia eso aún no existe e ir a otro país para hacerlo se sale del presupuesto. La pobreza realmente les reduce las posibilidades de cumplir sus aspiraciones. Y así podría seguir… la débil situación de la mujer, un pueblo inculto cuyo voto puede ser comprado con facilidad, una salud muy deficiente que hace de la muerte un compañero habitual (nuestro sistema de salud para ellos es algo totalmente inaudito, increíble, de otro mundo… ni siquiera los médicos nos creen a veces cuando les explicamos cómo es), etc, etc. Como ya os decía en otra entrada, al contemplar esto te sientes triste y mal, y así ha de ser mientras sigamos siendo humanos. No hay reconciliación posible con la pobreza y la injusticia, no deberíamos poder sentir una paz plena dentro de nosotros mientras esto siga existiendo…simplemente no se debería permitir, y punto.



Para acabar os dejo este vídeo. Es una entrevista que hice a alguno de ellos ya hace un par de meses, para la gente de mi parroquia, con el objetivo de aprender acerca de su forma de ver la felicidad. Es quizá al conocer todas esas duras realidades que os describía, cuando empiezas a entender realmente lo que vale una sonrisa y la fuerza que tiene en la persona… la sonrisa de nuestros amigos aquí sale de dentro de su corazón y cruza toda esa densa nube de problemas que les acompaña. Así de fuerte es la alegría, que sobrevive y crece incluso en los lugares más tristemente injustos. Y como os decía, les veo sonreír muy a menudo, y su sonrisa es ya una droga para nosotros.

Puesta de sol vista desde el hospital

Esta entrada se la dedico especialmente a mi abuelo Vicente, que murió hace unos días. Sobretodo con agradecimiento, porque si estoy aquí es gracias al sudor con el que él se esforzó por sacar adelante nuestra familia, en una época muy dura, y muy parecida a la que sufre este país hoy. Gracias por todo abuelo... sé que estás bien al otro lado.