jueves, 27 de febrero de 2014

De fuera a dentro


Algo que suelo decir a quien me pregunta por esta experiencia, es que “cada día vives algo nuevo”. Y es que Liberia es un país tan diferente a España que el estar aquí es, en parte, como nacer de nuevo… aún tienes todo por aprender. Y eso lo vas sintiendo más con el tiempo; si vinieras tan solo un par de semanas te podrías ir con la sensación de entender más o menos como funciona el asunto. Gran equivocación. Según avanza la estancia, uno se va dando cuenta de lo poco que conoce y entiende, y lo mucho que podría aprender aún. Por nuestra parte, sin embargo, tenemos que empezar ya a recolectar recuerdos y aprendizajes, porque nos queda menos de un mes aquí.

Estas lagartijas de respetable tamaño y cabeza anaranjada
pueblan toda la ciudad
En esta entrada me gustaría daros una idea general de lo que es este país; al menos de lo que es para alguien que ha vivido en él 5 meses. Más en concreto, para un blanco que ha vivido 5 meses en él. Empezaré por lo más general… lo social, lo político y lo económico, y luego pasaré a lo más personal y singular: las personas que más hemos conocido aquí. De nuevo, vamos a ver si podéis sentir parte de lo que nosotros sentimos aquí.

Empiezo contándoos una aventurilla que va a dar para describir muchas cosas de este país. Un día tan caluroso como otro cualquiera Carmen (coordinadora del “Proyecto Fístula”), Gonzalo, Raquel (novia de Gonzalo que ha venido a pasar dos semanas aquí) y yo vamos al Ministerio de Género y Desarrollo. Tenemos una cita con la ministra para hablar sobre el proyecto y sobre las cirugías que se van a realizar al final de marzo, buscando conseguir apoyo por su parte. Para realizar la ardua tarea de llegar hasta el ministerio –muy ardua si no tienes vehículo propio, como es nuestro caso- llamamos a un taxista. Es Mohamed, un extranjero (no se si guineano o ganés) que ha venido aquí a intentar hacer algo de dinero con su coche. Mohamed trabaja dentro de una red de taxistas extranjeros que solo llevan a gente “con dinero”, ya que lo que cobran está por encima de las posibilidades del liberiano medio (entre 7 y 15 dólares americanos por viaje). Lo que ofrecen: te van a buscar a casa, con lo que no tienes que tirarte 30 minutos bajo el sol ecuatorial hasta que consigues un taxi normal, y que iras tú solo en el taxi. 
Un taxi liberiano, por el contrario, sería más bien como lo que es un autobús para nosotros: lo tienes que esperar hasta que aparece, te cobra por la distancia recorrida (10, 20 o 40 dólares liberianos, es decir, unos 0,5 dólares americanos) y va parando por el camino, recogiendo a tanta gente como quepa dentro (literalmente: hasta llegar a los 6 clientes, 4 detrás y 2 en el asiento del copiloto). Hasta el mes o dos meses de estar aquí no nos atrevimos a coger taxis liberianos… el verte espachurrado entre 3 liberianos sudorosos, regalándoles tu propio sudor también a ellos, no era lo más atractivo; sin embargo desde que lo hacemos nos sentimos más libres para movernos por la ciudad y hemos asistido a muchas conversaciones interesantes dentro de los taxis. Además la realidad es que ellos casi no sudan, somos nosotros los que acabamos empapados de sudor en cuanto pasan las 10 de la mañana.

Este taxi triciclo nos llevó a casa un viernes por la noche...
a parte de ser una nueva experiencia, ¡nos salió más barato aún!

Pero esta vez llamamos a Mohamed… hay que llegar al ministerio en 30 minutos, así que no queda casi tiempo. Le decimos que tenemos prisa, y como buen taxista (…creo) se mete por el carril contrario de la carretera principal. Y los coches vienen directos hacia nosotros… parece que no ven la importancia de nuestro viaje. Cual hábil gacela va saltando de carril en carril, intentando superar la parte más atascada de la carretera que nos haría llegar tarde a la cita. Nosotros nos miramos con una sonrisa nerviosa:

-          - Bueno... ¿la principal causa de muerte en cooperantes en el 3er mundo…? ¡Accidente de tráfico! Palabras del Dr. De Diego, profesor de medicina tropical en la UAM.

Una voz sabia apunta:
-          -Pero eso es si conduce el cooperante.
-          -Cierto… no hay de qué preocuparse.

Pasada la parte excitante del viaje recuperamos la calma… me voy fijando, una vez más, en el paisaje de la pequeña capital y sus afueras. Todo es una descripción perfecta de su sociedad.



Casuchas destartaladas plagadas de liberianos, sus humildes tiendecillas y puestos callejeros, entremezcladas con flamantes negocios libaneses de todo tipo (desde restaurantes a concesionarios de coches; desde hoteles hasta complejos de apartamentos en primera línea de playa). Es fácil llegar a la conclusión: mientras casi todos los liberianos mantienen una economía de subsistencia, incluso los que se dedican al comercio –que no suele pasar de pequeño comercio-, los libaneses son el principal poder comercial del país; poseen casi todos los negocios de tamaño medio y grande, y por lo que nos han contado lo mismo sucede en gran parte de África. Sin duda son gente aventurera, su sangre fenicia les impulsa a seguir la estela de sus antepasados: embarcarse más allá de sus fronteras en busca de negocio y riqueza. Pero no es solo eso lo que ven los ojos del viajero atento… los propios vehículos de la carretera son otra gran descripción del país. Un 5% a 10% de los vehículos pertenecen a alguna ONG, fundación o misión religiosa. No parece mucho, pero imaginaos ese porcentaje en Madrid… sería una auténtica invasión. Después de la guerra, hace ya 10 años, Liberia fue tomada por ONGs que tenían como objetivo el sacar este país adelante, cada una poniendo su granito de arena. Sobre el mundo de la cooperación y las ONG… lo hemos conocido aquí en más profundad. Es un mundo complejo, cargado de claroscuros, en el que no desaparecen los pecados y debilidades propios de la naturaleza humana y, si cuentan con personal local, también aparecen los del propio país. Muchas ONGs han probado ser totalmente infructuosas, ya que el sueldo, las casas y los coches de los cooperantes absorbían casi todo el porcentaje de las donaciones, llegando después a darse por perdido el propio proyecto de la ONG por falta de fondos. A veces, sin quererlo o queriendo, se puede poner al “occidental” por encima de los intereses del “pobre” incluso en estas organizaciones destinadas a todo lo contrario. Muchas otras ONG, por supuesto, luchan hasta el final por llevar a cabo los proyectos de ayuda que se habían propuesto; como casi siempre, son las propias personas las que hacen buena o mala una organización.






Otro 5-10% son vehículos de buena calidad, propiedad de los libaneses, los diplomáticos, los pocos liberianos con dinero (muchos parte del gobierno) y en general de la gente que se mueve por encima de la realidad media de Liberia. Un 75% son coches liberianos… utilitarios de más de 10 años, que por algún motivo son casi todos de la marca Nissan, y algunos están tan dañados que sorprende que aún funcionen. Muchos de ellos son los famosos taxis, que pueden ser del color amarillo característico o vehículos normales haciendo las veces.
Un Jeep de UN junto a un restaurante libanes. Un visión
muy común en esta ciudad.
El último 5-10% de los vehículos que se observan son los famosos Jeep de la ONU –UN en inglés-. Es probablemente lo que más llama la atención en las carreteras cuando llevas poco tiempo aquí, te da la sensación de estar viviendo una película. En ellos un gran número de militares de diferentes ejércitos, trabajando como voluntarios para la ONU, así como personal de diferentes cuerpos de policía del mundo, se movilizan por Monrovia y por toda Liberia. También el personal administrativo de la UN puede ser bendecido con uno de estos vehículos, cuya mayor ventaja es que jamás va a ser detenido en ningún control de policía o inmigración liberiano (y esto, os lo aseguro, descarga de una gran preocupación a la hora de viajar por el país, pues sabes que no vas a tener que sobornar a nadie o llamar a tu embajador para no acabar perdiendo horas de tu vida en una comisaría). La misión de la ONU fue clave para llegar a la paz en este país antes de que terminara totalmente reducido a cenizas. La sección militar de UN, la UNMIL, intervino a principios de nuestro siglo tras más de una década de conflicto... la dura realidad era que solo quedaban unas ruinas bañadas en la sangre del pueblo liberiano inocente, todo fruto de la búsqueda de poder de los diferentes líderes guerrilleros – o “señores de la guerra”- que se habían alzado en armas con la ambición de llegar a presidente (no había dos bandos como se suele pensar de una guerra civil… había tantos como señores de la guerra, que se llegaron a repartir por la fuerza diferentes cachos del país). En aquel entonces la UNMIL fue lo que logró traer una paz estable al país, gracias a la que se pudieron requisar todas las armas de la población, convocar elecciones y establecer un gobierno central. 
El cuartel general de UNMIL tiene salida al mar,
y está rodeado de muros y alambrada


Upss... detalles de los muros del cuartel general
Desde entonces la UNMIL ha permanecido en el país; su mera presencia es disuasoria para cualquier intento de alzamiento por parte de otro “señor de la guerra”. Además, la ONU se dedica a formar al ejercito del gobierno y a la policía (una policía que es de momento extremadamente corrupta e inútil), a ayudar en la creación de unas estructuras de estado normales, y a monitorizar la seguridad del país: ya hemos conocido a varios “observadores”, agentes desarmados que se dedican a establecer contacto con los liberianos y enterarse de cualquier posible amenaza que pudiera desencadenar un nuevo conflicto. Otras secciones o agencias de UN, como la FAO o la UNESCO, se dedican a la promoción de la educación, los derechos humanos, proyectos de agricultura, y un largo etcétera. Todo esto son actividades de gran valor que están aportando mucho al país, sin embargo, y para dar todos los puntos de vista, también hemos conocido a gente desencantada con esta organización. Hay tres realidades que remarcan como crítica: de las subvenciones que entran en el país a través de este organismo (hablamos de miles de millones de dólares), sólo un porcentaje bajo llega a manos de los que realmente lo necesitan… la mayor parte se queda en los familiares y conocidos de la clase política liberiana. Esto es debido a que el gobierno liberiano es el encargado de hacer reparto de esas subvenciones, y es extremadamente corrupto. Esto es un despilfarro que la ONU no debería permitir, pero que para evitar tendría que saltarse a la torera el poder electo democráticamente en este país… un asunto complicado. Otra crítica es que el presupuesto de esta organización es  desproporcionado… solo hay que ver lo que gana el personal administrativo internacional de rango medio: 12.000 euros al mes. 
Este soldado de UNMIL monta guardia en la entrada de la
finca donde vive la presidenta. Tras días planeando la estrategia,
le pude hacer la foto un día que había mucho jaleo en la calle.
Por último, otra cosa (que salta a la vista), es que la ONU solo crea misiones de este calibre y capacidad de acción en países donde los gobiernos desarrollados tienen algo que ganar. Liberia es un auténtico vergel de recursos naturales: oro, diamantes, hierro, petróleo… y las compañías que tienen capacidad para explotar eso son todas extranjeras; es verdad que parte del dinero se queda en Liberia, pero un porcentaje superior al 50% irá a parar a occidente. De nuevo, y como sucedía con las ONG, no hay buenos ni malos, sino más bien un complejo entramado en el que mucha gente intenta realmente ayudar a los demás y otra tanta se dedica a intentar lucrarse utilizando la injusticia que tiene delante.


Pero me he ido del tema. La reunión con la ministra fue muy interesante. Había convocado también a un par de representantes de UN que se encargan de ayudar en la coordinación del proyecto fistula nacional, y a otro del ministerio de sanidad. La reunión, a la que nos enfrentamos con tensión en un primer momento (no nos reunimos con ministros todos los días…), resultó ser una conversación amigable en la que todos teníamos algo que aportar y todo se recibía con aprobación. Quizá con demasiada. Como dijo Carmen, habrá que ver si las promesas se hacen realidad, cosa que no suele suceder en este país si hablamos de política. De momento no tenemos noticias de ellos.

A la izquierda los representantes de UN, a la derecha Carmen, Gonzalo y yo,
y en el centro la ministra de género.

No hice foto al Ministerio de Género, pero es similar a este, el de Educación.

Cuando salíamos del ministerio me venía a la mente una anécdota de Ángel, un empresario del mundo de la minería, de gran corazón (una persona que viene aquí por negocios, pero también para intentar apoyar proyectos humanitarios), que nos contaba un hace un tiempo. Ese mismo día, un senador liberiano al que conocía le había venido a pedir dinero para pasar el fin de semana… en concreto, 50 dólares americanos para gasolina. Nos quedamos boquiabiertos. Nos contaba como de vez en cuando invitaba a cenar a varios senadores y diputados, para mantener buenas relaciones con ellos y que no les quitaran la mina como ya les pasó una vez. En la cena, todos los políticos suelen comer como si no hubiera mañana, y no solo eso… cada uno encarga varios platos extra para llevar a casa. ¿Cómo es posible? Un senador en Liberia gana aproximadamente 20.000 dólares al mes, y eso como sueldo base puramente (con las ganancias corruptas llegarán a mucho más que eso). La explicación, nos dice, es que no saben administrar el dinero. Les vuela de las manos. Y además muchos tienen hijos a lo largo y ancho de todo el globo, aparte de decenas de familiares que se arriman a ellos para aprovechar su buena fortuna (esto es muy típico en África, las familias tradicionalmente comparten mucho las riquezas y las propiedades). Es curioso ver como les desaparece el dinero de las manos, igual que les pasa a nuestros amigos liberianos de condición más humilde. Son gente que, a pesar de disfrutar de una vida de riqueza, viven igual de afectados por las tradiciones de la zona, como se veía en el asunto de la familia, o como sucede también con las ideas de brujería que se mueven por toda esta zona del continente: la creencia de que hay poderes sobrenaturales malvados obrando sus artes entre ellos, de que hay brujas que se encargan de ello, y de que cualquier desgracia puede caer sobre uno si tiene la mala suerte de cruzarse con una de ellas. Otra anécdota muy descriptiva de la política liberiana (y de la conciencia política de los ciudadanos) es que uno de los senadores actuales es ni más ni menos que Prince Johnson, uno de los señores de la guerra que comenzaron el conflicto, y que atrapó a Samuel Doe, presidente de Liberia antes de la guerra, mandando torturarlo inhumanamente. Por supuesto, Johnson sembró la muerte y el crimen igual que lo hizo el famoso Charles Taylor, pero… ¿Por qué Charles Taylor fue juzgado en La Haya y ahora está en prisión, mientras Johnson es senador y se mueve a sus anchas por el mundo? Obviamente hay más de lo que nosotros podemos descubrir detrás de este asunto, y probablemente muchos intereses internacionales también (si es que hasta le ponemos el toque de "thriller" político a las entradas… ¡no os podéis quejar!).

Y con esto creo que os transmito el paisaje global de lo que sucede a nivel político en este país. Una sociedad fundamentalmente desigual, en la que unos pocos ostentan la gran parte de la riqueza, mientras una mayoría pasa hambre con frecuencia, y, en paralelo a ese paisaje, todo un ejército de occidentales manteniendo más o menos las condiciones de vida que ya tenía en su país de origen (ya sea un empresario de la minería, un administrativo de la ONU, un militar o un cooperante). Y en ese último grupo nos encontramos nosotros.

Y ahora toca un poco de sesión fotográfica para descansar los ojos y el cerebro. Son fotos de un breve escapada a Buchanan que hicimos con 4 amigas de la escuela de enfermería de aquí, Krubo, Youngor, Rosetta y Yassha. Íbamos en el coche del novio de Rosetta, un Nissan típico de los que os comentaba. Gracias a ello nos saltamos los controles de inmigración, que nunca nos pararon por no imaginarse que iban blancos dentro de ese coche. A la ida pudimos visitar la plantación de caucho de Firestone, la plantación de caucho más grande del mundo, del tamaño de una o dos provincias españolas juntas. Además es una especie de paraíso dentro de Liberia, ya que los trabajadores de Firestone (liberianos) que viven dentro cuentan con luz y agua en sus casas, así como educación para sus hijos y seguro sanitario; además el hospital de Firestone es uno de los mejor equipados del país. Ah, y hay un campo de golf dentro de la plantación. Sobre “Sunset Beach” no hay mucho que decir… sólo ved las fotos.
  
Los árboles de caucho. Hay unos cubitos pegados al tronco para
recoger su savia, que es lo que tiene utilidad.
Depósitos de combustible de la fábrica

El campo de golf
Un edificio bien hecho... Firestone es otro rollo
Rosetta nos enamora con su sonrisa
La mujer del embajador de Suecia jugando al golf, acostumbran
a venir todos los fines de semana
Un mercado en la carretera a Buchanan antes de que saquemos la cámara...
...y después de sacarla
 

Sunset Beach... sin palabras

Un niño sube a la palmera cual mono para coger un coco

Caracoles liberianos o "kissmates"... muy muy picantes
Resultado de comer un kissmate
 

Youngor ni lo nota


Krubo en su estado natural...
...al igual que Gonzalo
Intentando comprender el cosmos



Yassha

Si giráis la cabeza veréis que los niños tenían frío a pesar de estar a 25 grados

El día acabo con nosotros tres cantando "la bamba" en una fiesta
a la que nos invitaron gracias al hemano de Yassha. Esta canción siempre triunfa.

Y ahora vienen un par de preguntas interesantes y el cambio de plano en la entrada... su país es así, pero ¿cómo son ellos? ¿qué puede conocer un blanco sobre la realidad personal de los liberianos que andan por la calle? Nosotros hemos tenido suerte, ya que por nuestro trabajo en el hospital hemos compartido muchas horas con gente liberiana y nos hemos hecho verdaderos amigos, sobretodo de la escuela de enfermería. Muchos occidentales no llegan a profundizar tanto con los liberianos “normales”, ya que su forma de vida paralela a la Liberia real no les da mucha oportunidad para ello. Os voy a intentar transmitir una imagen mínima de cómo son ellos, los liberianos. Siento que no dé tiempo a contar las miles de anécdotas concretas que me vienen a la mente, porque me eternizaría, pero todo lo que voy a escribir han sido cosas que hemos visto y vivido en nuestras carnes, que vemos en el día a día con nuestros amigos aquí, y que en su momento nos dejaron boquiabiertos, pensativos o con una sonrisa.
Les invitamos a cenar a la casa de Carmen,
el menú: embutido y tortilla de patata

El embutido no fue muy bien recibido
Los liberianos son, en general (esto va a ser siempre “en general”, alguien siempre se escapa) gente muy muy amigable. Son gente que valora mucho el contacto día a día. Todos los días un saludo, aunque sea en la distancia, una sonrisa, o un apretón de manos y un “¿qué tal tu familia?”. Y todos los días es todos los días. Esto es el primer factor sorprendente… uno no se imagina saludando a todo el personal del hospital la Paz cada día al cruzarse con ellos (al jardinero, al técnico de mantenimiento, al cocinero, al carpintero…) pero aquí casi todos han hecho algo por conocernos y nos saludan siempre que nos ven. De hecho, yo que soy un poco tímido, me puedo granjear un desafecto inicial con algunos de ellos porque no soy de saludo tan fácil. Luego todo se soluciona cuando tenemos alguna conversación tonta y compartimos alguna broma que ya podremos repetir los días siguientes. Otra propiedad clave de los liberianos es que para ellos es fundamental ser hospitalario: las veces que alguno nos ha invitado a su casa siempre nos han dado de comer lo mejor que tienen, nos han sentado en los mejores asientos, nos han dado refrescos fríos (un lujazo)… en resumen, nos reciben de una forma que supera nuestras expectativas y que nos suele dejar muy tocados, ya que lo hacen realmente sin esperar nada a cambio… a pesar de que pare ellos somos ricos, millonarios.

Marvin nos invito a su casa y nos cedió los mejores (y únicos) sitios de su comedor

La suegra de Marvin se empeñaba en que comiéramos todo...
casi consigue matarnos
Por otro lado, suelen ser tremendamente impuntuales; muchas veces hemos quedado con amigos y han aparecido 2 horas después de la cita. Debe ser algo más bien conceptual… los españoles solemos ser impuntuales, eso se dice, pero entendemos que la hora de quedar es la que es, aunque luego nos retrasemos a la cita. 
Uno de los tópicos africanos es 100% real: pueden llevar
cualquier cosa en la cabeza
Yo creo que para los liberianos el quedar a una hora implica más bien una intención de verte en una franja del tiempo cercana a esa hora, pero que no tiene por qué incluirla. Afortunadamente el teléfono móvil está extendido (dato curioso es que es el único teléfono que han conocido, ya que el teléfono fijo nunca llegó a sus casas) y eso hace que, aunque sigan llegando dos horas tarde, al menos les puedes llamar cuando se retrasan y hacer un cálculo aproximado del número de horas que se van a retrasar. En una conversación con ellos hay infinitud de detalles: su forma de reírse no tiene nada que ver con la nuestra, es más callada y va acompañada de expresiones diferentes, pero brilla como la sonrisa de los niños y su risa es más frecuente que la nuestra (al menos con nosotros); su forma de negar con la cabeza suele ir acompañada de un sonido gutural que hace mucha gracia, parecido al que hacemos nosotros con la lengua, pero ellos lo hacen con la garganta. Además tienen muchas menos vergüenzas “sociales”, es fácil verles eructar delante de ti con toda paz, aunque algunos lo acompañan de un instintivo “excuse me”, o incluso verles dormir en el puesto de trabajo si no hay nada que hacer (o en los bancos de las salas de espera, tumbados y durmiendo a pierna suelta).



Masa de Kasawa

"Soup"

Emmanuel
Otro tema interesante es su forma de alimentarse, obviamente muy diferente a la nuestra… comen arroz como alimento principal, con diferentes salsas –que llaman “soup”, hechas a base de pollo, pescado y especias variadas para darle densidad y sabor… por lo general suelen ser infernalmente picantes-. En segunda línea está la kasawa, un tubérculo del que se hace una masa totalmente insípida y de una densidad criminal, que se juntan a comer con la mano, mezclando cada pedazo de la masa con un poco de “soup”. Normalmente comen sólo una vez al día, y si hay suerte y algo de dinero van comprando pequeños tentempiés por la calle o por donde estén. Muchas veces este dinero no existe, así que te dirán “today I won´t eat, I´m broke” mientras se encojen de hombros,  y no comerán nada ese día como si fuera lo más normal. Esto nos vuelve a dar información de su manera de manejar el dinero… casi todos viven al día, con lo que van ganando, como pasaba con los políticos.

Podría seguir describiendo cosas de su realidad, pero  ya hay que pensar en acabar la entrada. Nosotros seguimos aquí, a tope con la medicina y aprendiendo cada vez más, y en shock constante con lo que vivimos día a día. Algo que está siendo clave es que nuestro entendimiento de lo que es la pobreza es cada vez mayor, y vamos entendiendo en que consiste realmente. No se trata simplemente de no tener muchos bienes materiales, de no tener una tele, aire acondicionado, o miles de ofertas de ocio, ni siquiera de no tener siempre la tripa llena, se trata más bien de un conjunto de circunstancias que atacan a la persona y merman su potencial y su capacidad de desarrollarse plenamente.




Detalle del cabello de Krubo

La pobreza es falta de alimento, sí, que te quita fuerzas para actuar; es falta de educación que te resta capacidad de respuesta y de iniciativa ante los problemas de la vida, falta de medios que te limita a situación vital y una trayectoria de la que es muy muy difícil salir, tanto como país cómo como persona. Aquí se dan robos en las casas constantemente, y se dan con casi total impunidad… es duro ver como nuestros amigos no han tenido nada que hacer ni a quien quejarse cuando les han robado cosas de valor para ellos y que van a tener difícil reemplazar, no es solo la perdida de estas cosas, sino el volver hacia atrás en lo que habían construido (a Javi y a mí nos robaron los móviles y algunos dólares, y cuando fuimos a la comisaria lo único que nos ofrecían era torturar al único sospechoso que tenían a cambio de dinero…). Además de tener menos, les roban más.
"Liberian National Police"
 Por otro lado, mucha gente no ha tenido la educación ni el estímulo adecuado de pequeña, lo cual les ha dejado para siempre con una capacidad de razonamiento y de memoria menor de la que podrían haber alcanzado… recuerdo cuando intentamos enseñar a nuestro vecino Erik (que vivió gran parte de su infancia escondido en el bosque por la guerra) a jugar a un juego de mesa un poco complicado… tras horas y horas de intentarlo conseguí apenas llegar a enseñarle la mitad de las reglas. Y no solo de pequeños: una de las preocupaciones de nuestros amigos de enfermería es que les gustaría especializarse en alguna rama concreta de la enfermería, pero en Liberia eso aún no existe e ir a otro país para hacerlo se sale del presupuesto. La pobreza realmente les reduce las posibilidades de cumplir sus aspiraciones. Y así podría seguir… la débil situación de la mujer, un pueblo inculto cuyo voto puede ser comprado con facilidad, una salud muy deficiente que hace de la muerte un compañero habitual (nuestro sistema de salud para ellos es algo totalmente inaudito, increíble, de otro mundo… ni siquiera los médicos nos creen a veces cuando les explicamos cómo es), etc, etc. Como ya os decía en otra entrada, al contemplar esto te sientes triste y mal, y así ha de ser mientras sigamos siendo humanos. No hay reconciliación posible con la pobreza y la injusticia, no deberíamos poder sentir una paz plena dentro de nosotros mientras esto siga existiendo…simplemente no se debería permitir, y punto.



Para acabar os dejo este vídeo. Es una entrevista que hice a alguno de ellos ya hace un par de meses, para la gente de mi parroquia, con el objetivo de aprender acerca de su forma de ver la felicidad. Es quizá al conocer todas esas duras realidades que os describía, cuando empiezas a entender realmente lo que vale una sonrisa y la fuerza que tiene en la persona… la sonrisa de nuestros amigos aquí sale de dentro de su corazón y cruza toda esa densa nube de problemas que les acompaña. Así de fuerte es la alegría, que sobrevive y crece incluso en los lugares más tristemente injustos. Y como os decía, les veo sonreír muy a menudo, y su sonrisa es ya una droga para nosotros.

Puesta de sol vista desde el hospital

Esta entrada se la dedico especialmente a mi abuelo Vicente, que murió hace unos días. Sobretodo con agradecimiento, porque si estoy aquí es gracias al sudor con el que él se esforzó por sacar adelante nuestra familia, en una época muy dura, y muy parecida a la que sufre este país hoy. Gracias por todo abuelo... sé que estás bien al otro lado.









jueves, 6 de febrero de 2014

Emergency room (ER)

Después de un tiempo sin escribir en el blog, hoy me animo a contaros como ha sido mi experiencia en la ER (Emergency room), dónde he estado todo diciembre y enero.


Lo primero que hay que remarcar, aunque suene ya a tópico tras repetirlo en casi todas las entradas, es la gran limitación de medios con la que se trabaja en la sala. A diferencia de las urgencias de un hospital del primer mundo, aquí no hay grandes sistemas de monitorización, equipos de reanimación, complejos protocolos de actuación…Y lo más crudo de todo, si no tienes dinero para pagar mejor ni te molestes en venir.  Pero…  ¿cuál es la organización de las urgencias de un hospital liberiano? ¿Cuáles son las actuaciones que se llevan a cabo en ellas?


La organización de la ER es la siguiente: Nada más entrar por la puerta, te encuentras una ventanilla donde trabaja Nancy, la administrativa que se encarga de cobrar a los pacientes. 

Nancy

Tras obtener la tarjeta azul que confirma tu registro como paciente del hospital, entras a la verdadera sala de urgencias, donde te espera  a veces amablemente, otras veces sin ganas y jugando con el móvil, el PA (Physician assistant) del que hablaré más adelante. En esta sala te encuentras además de la mesa donde el PA hace el triaje y anota todos los casos, 3 boxes a mano izquierda (Uno de ellos para casos de traumatología, quemaduras, cortes, etc) y otros 6 en otra parte de la sala, junto a una camilla para bebés. Además está la farmacia de la ER, donde trabaja Janet, una mujer muy simpática. Todos los medicamentos, vías, catéteres, inyecciones etc, caben en dos armarios. 

Kollie, uno de los PA, posando para la cámara

Vista desde la entrada de la sala, desde donde se ve la mesa donde está el PA, y al fondo vemos a william (El auxiliar) y 3 de los boxes.

Camas para mujeres

Camas para hombres

Camilla para bebé


Janet preparando una medicación

Janet cogiendo una medicina del armario

Vista de cerca de los armarios donde guardan toda la medicación.


El hospital dispone de una ambulancia, a la cual no he visto hacer ningún servicio, ya que casi todos los pacientes en estados graves venían en taxis o coches particulares acompañados de familiares o amigos. Muchos de ellos trasportaban en brazos al enfermo hasta la misma cama (Aunque es cierto que el hospital dispone de sillas de ruedas), incluso en varios ocasiones vi como nada más entrar en la sala los familiares ponían al paciente en estado inconsciente en el suelo hasta que nosotros indicábamos que lo tumbaran en una de las camas.

El equipo a cargo de la ER está compuesto por un farmacéutico, un auxiliar, un enfermero o estudiantes de enfermería (Unas 3 ó 4 estudiantes que iban rotando cada semana) y el PA. El PA es el verdadero jefe de la sala, encargado de hacer el triaje, diagnóstico y tratamiento de los casos sencillos. Son capaces de hacer una anamnesis correcta, explorar, diagnosticar y tratar al paciente ellos mismos, recetando o inyectando por vía intravenosa los medicamentos. Unos verdaderos todoterreno.

Ernest, uno de los estudiantes de enfermeria, tomando la tensión.
Abel, otro PA, relajándose a pierna suelta.


Libro donde registramos todos los casos.

El título de PA se consigue tras dos años de preparación y aunque parezca que no es tiempo suficiente para adquirir los conocimientos médicos necesarios, tras trabajar con ellos me di cuenta que la experiencia clínica es esencial en un trabajador de la salud, sorprendiéndome en muchas ocasiones de todo lo que sabían. En total había 4 PA, con turnos de entre 10 y 12 horas cada uno. Por suerte tuve la oportunidad de estar al lado de todos ellos, aprendí todo lo necesario para poder manejarme con soltura en la sala, y en los tiempos de descanso conversar y echarnos unas risas. Prácticamente los 4 sueñan con hacer medicina, cosa difícil en este país, pues en total la carrera son 8 años, algo que no se pueden permitir de momento por no tener el dinero suficiente. Cuantos casos de jóvenes perfectamente capacitados para llegar lejos habrá echado por tierra Liberia, es una verdadera pena.

Tras hacer ciertas preguntas clave, tomar las constantes vitales, y explorar al paciente, el PA o yo decidíamos mandar las pruebas básicas, entre ellas: Gota gruesa (Para diagnosticar malaria), Widal’s test (Para la fiebre tifoidea), Htco (Hematocrito), recuento de células blancas y niveles de glucosa en sangre en ayunas o sin ayunar . En casos excepcionales podíamos pedir análisis de orina, test para enfermedad de células falciformes, grupo sanguíneo, serologías para el diagnóstico de hepatitis o ELISA para el diagnóstico de VIH. El paciente (O un familiar si este estaba indispuesto en una de las camas) tenía que volver a la ventanilla por la que pasó en un principio para pagar los tests. (Posteriormente tendrá que pasar una tercera vez, para pagar el tratamiento que le recetemos). Los precios en las urgencias, como en todo el hospital, dependen de si eres liberiano (5 o 6 doláres en total para las pruebas que he escrito arriba), o un blanco viviendo en Liberia (Unos 90 dólares por las mismas pruebas). Esta es una medida que tiene el hospital desde sus principios, una idea “robinhooniana” de cobrar más a los presuntamente más ricos para abaratar el precio a los que menos tienen.

A partir de la anamnesis, las constantes vitales, la exploración y los resultados de los test, decidíamos el diagnóstico y el “protocolo” de actuación. Lo de los protocolos lo pongo entre comillas porque en realidad no eran más que actuaciones básicas que en algunos casos conseguían mantener estable al paciente hasta el ingreso definitivo en el hospital o para que al día siguiente fuera a las consultas médicas. Entre las actuaciones de urgencia estaban dar insulina en casos de hiperglucemias, sueros glucosados en casos de hipoglucemias, furosemida o hidralazina en casos de urgencias hipertensivas, quinina en casos de malaria severa junto con diazepam si era una malaria cerebral, inyecciones de diclofenaco en casos de fiebres muy elevadas o dolores muy fuertes, ciprofloxacino intravenoso en casos de fiebre tifoidea, transfusiones de sangre en casos de anemia severa, oxígeno (Con bombonas de oxígeno) en casos de hipoxia (Siempre y cuando tuviéramos disponible el pulsioxímetro que nos permitía saber la saturación de O2 en sangre del paciente…Lo cual no siempre era posible), etc. Los casos más graves eran ingresados por el médico “on call”, el cual en ocasiones se postergaba en exceso, por lo que en algunos casos me encargaba yo de ingresarlo o comenzar a escribir la información necesaria para el mismo. Por otro lado, los casos leves podían recibir la primera dosis de la medicación de forma intravenosa, y luego pautar un tratamiento para casa o directamente les mandábamos un tratamiento a seguir en casa.


Niña recibiendo un suero

Además, como comentaba más arriba, uno de los boxes estaba dedicado a casos de traumas (Generalmente por peleas o accidentes), cortes, quemaduras, cambios de catéteres urinarios, etc. De estos casos se hacía cargo Marvin, el “orthopedic technician”. Con él pude poner puntos, vendajes, escayolas, tratar quemaduras o cambiar catéteres. Marvin también quiere estudiar medicina, pero tiene una familia a la que mantener y poco tiempo para estudiar.

Marvin en su box


En este tiempo he aprendido que para trabajar en las urgencias de un hospital es necesario tener la mente fría ante tal cantidad de situaciones distintas que te encuentras, algunas cómicas, otras más serias y otras simplemente… dramáticas. La gracia y el sufrimiento de estar en las urgencias de un hospital, en pleno campo de batalla, es que te puede venir absolutamente cualquier cosa, desde un hombre con un simple resfriado hasta un niño convulsionando con malaria cerebral, un hombre con hemiparesia debida a un ictus, personas con SIDA en estados muy avanzados de enfermedad totalmente caquécticos, jóvenes con apendicitis sin dinero para pagarse las pruebas ni, por supuesto, la cirugía o madres desoladas porque no pueden permitirse pagar el ingreso para tratar a su bebé de una sepsis bacteriana que acabará matándole si no se le medica.

Lo peor es cuando llegas de nuevas  pensando que ya has hecho suficientes prácticas durante la carrera (en las cuales crees que ya has visto de todo) y has estado los meses necesarios en este país para saber manejarte ante cualquier situación…y te encuentras con todo este percal.

Sin ni siquiera haber puesto una vía intravenosa durante la carrera o una inyección intramuscular, ni unos míseros puntos al típico niño loco que se tira de barbilla por el tobogán… Aquí tenía mucho que aprender. Ponerse al lado de los trabajadores de la sala de urgencias (ninguno de ellos médico) y reconocer que tienes que aprender prácticamente todo de ellos, empezar desde abajo con humildad, paciencia y respeto… Yendo detrás del auxiliar para que te enseñe algo tan básico como romper una ampolla sin cortarte o del estudiante de enfermería para que te muestre como localizar en un bebé la vena adecuada para poner la vía. Una cura de humildad en toda regla que te hace recapacitar sobre todo lo que nos queda por aprender de nuestra profesión.

Cánula, mi gran enemiga.

Algodones mojados con alcohol y secos, cinta adhesiva, cánula y goma. Material indispensable para poner una vía.


Por otro lado trabajar por primera vez mano a mano con liberianos ha sido una oportunidad de oro para conocerles y hablar con ellos de todo un poco en los tiempos libres. Casi todos vivieron la guerra cuando eran niños, han visto tiroteos, han perdido familiares… En cambio en el día a día no lo manifiestan, viven con alegría, son gente de risa fácil y de bromas continuas, no hablan nunca de ello a no ser que les preguntes, parece como si en ellos no hubiera quedado ninguna marca o quizás simplemente son personas más fuertes de lo que nosotros estamos acostumbrados a ver en Europa y están contentos por estar vivos a pesar de todo. Sin tener apenas dinero, comparten su comida con los demás o te invitan a cualquier cosa sin problema.

Esas bolsitas de color rojo son "helados" de fresa. A los 2 minutos de salir del congelador, ya son todo líquido...

Marvin sucking




Gonzalo en una visita a la ER

Por ejemplo, Marvin, el “orthopedic technician”, nos invitó hace poco a una misa en su iglesia y luego a comer y a ver pelis africanas en su casa.

En el barrio de Marvin



En casa de Marvin viendo una peli nigeriana

En la ER también conocimos a estudiantes de enfermería con las que hemos entablado una buena amistad, haciendo intercambio cultural

Ellas nos enseñaron Firestone

Y Buchanan


Y nosotros lo mejor de todo, ¡el embutido y la tortilla española! 
Y esto es todo lo que me apetecía contaros acerca de lo que he vivido en la ER. Muchas vivencias, muchos momentos buenos y otros no tan buenos, muchos momentos de tensión y de risas. Pero lo mejor es que te curtes estando ahí, sintiéndote en un principio un poco inepto, sin saber cómo y qué hacer mientras los demás saben perfectamente cada uno de los pasos a seguir, hasta que sin darte cuenta eres uno más del equipo, trabajas y les ayudas, ayudando a curar a la gente. Ha sido una experiencia muy enriquecedora, me llevo muchos recuerdos y amigos de la ER a los que nunca olvidaré.





¡En menos de 6 semanas nos tenéis de vuelta!
Un abrazo fuerte a todos.