Esta entrada intenta sentar un nuevo estilo dentro de
nuestro blog: en vez de entradas largas y espaciadas en el tiempo, contando
muchas cosas, vamos a intentar hacer entradas más cortas, semanalmente a poder
ser, y contando situaciones más concretas. Vamos a ello... ¡por la puerta grande!
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Entrada principal del St. Joseph`s Catholic Hospital |
Esta vez toca hablar de lo acontecido la última semana en el
hospital y también en nuestras vidas: la visita por parte de un equipo de
cirujanos (urólogos concretamente), para llevar a cabo un intensivo de
diagnóstico y operaciones dentro del marco de la urología, especialidad
totalmente deficiente en este país y que la población más envejecida no puede
dejar de echar de menos. Este equipo procedía del hospital San Rafael de
Madrid, hospital que pertenece a la orden de San Juan de Dios (la misma de
nuestro hospital aquí), y representaba un porcentaje alto de la plantilla urológica
del hospital San Rafael.
Javi y yo habíamos quedado a comer con ellos unos días antes
de nuestro viaje, en septiembre, para ir conociéndonos y planear un poco el
apoyo que les podíamos dar como médicos durante su estancia aquí. Ya en ese momento nos sentimos muy bien
acogidos por ellos, como uno más del equipo (acostumbrados como estábamos a ser
tratados como “el estudiante: el último mono del hospital” durante la carrera,
esto nos gustó mucho y nos hizo sentirnos bastante en sintonía con ellos). Y esta
buena relación se mantuvo durante la semana pasada. Entre las tareas que nos ofrecían
para asumir estaba el ayudar a seleccionar los pacientes desde aquí (cosa en la
que no intervinimos mucho porque se encargó un traumatólogo del hospital), y
una vez aquí ayudarles en el quirófano a operar, y también fuera de él, a organizarse y relacionarse con el
entorno desconocido del hospital.
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De izquierda a derecha: El padre Miguel, Eldiberto, Juan (secretario del embajador), yo, Javi, Gonzalo, María José, Ricardo, Miguel Ángel y Fernando |
Dentro del equipo había 3 cirujanos y un anestesista. Además
está María José, una enfermera que ha venido a apoyarles y que ha aprovechado
para quedarse un par de semanas más en el hospital. Dentro del equipo, además
de María José, estaba Miguel Ángel, el anestesista que es además médico militar
y comandante del Ejército, Fernando, nombrado líder por el resto al ser “el que
más se queja”, Eldiberto, que como se
encargó bien de hacernos saber… es todo un experto en trasplante renal y ha
realizado esta operación más de 500 veces (le dijimos que si no salía en wikipedia
nos íbamos a encargar de hacerle la entrada) y Ricardo, el más joven del grupo,
que fue residente de Eldiberto hace poco tiempo, y al contrario que él, era el
que mejor nos trataba al operar.
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Detalle del techo de la zona de los quirófanos |
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Las máquinas, aunque algo antiguas ya, son de buena calidad |
El día a día durante la semana fue bastante intenso,
quitando el domingo que fuimos a comer con ellos y a visitar Monrovia (su
estancia nos ha valido para ser invitados a cada cena y comida a la que les han
convocado, la mayoría organizadas por Juan, el embajador, en los sitios “caros”
de Liberia y que superan un poco nuestro presupuesto –estamos hablando de 30-40
dólares por persona-.) Por cierto que en
una de estas cenas tuvimos la suerte de ver aparecer una tortuga salvaje, de esas que llegan a los 100 años, ya que el restaurante estaba en la propia playa. Aquí la
tenéis:
Por las mañanas nos levantábamos pronto,
para estar a las 8 en el hospital (alguno de nosotros 3 lo lograba y otros no…),
donde la actividad solía consistir en pasar consulta y operar en los
quirófanos. A la hora de las consultas resultábamos bastantes útiles, ya que
tras más de mes y medio aquí nos empezamos a manejar bien con la jerga
liberiana. Ha sido muy típico, tras un speech
en correcto inglés de uno de los urólogos
a cualquiera de los pacientes, que alguno de nosotros tuviera que decir negando
con la cabeza: “no te ha entendido”. Así
que al final nosotros acabamos transformando las preguntas, o la enfermera si
se encontraba allí, a un inglés inteligible. Por ejemplo: “Do you urinate too frequently?” había que transformarlo en “you pee pee fast fast?”.
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Miguel Ángel poniendo el propofol... a este paciente le
quedan dos segundos antes de dormir. |
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María José en plena faena |
En el quirófano sin embargo perdíamos cualquier tipo de
ventaja y pasábamos a ser completos e inexpertos aprendices. Al menos las pocas
nociones de cirugía práctica recibidas durante la carrera nos sirvieron para no
hacer el ridículo (por ejemplo el mantenimiento de una asepsia adecuada o de
una vestimenta correcta), sin embargo ninguno nos acordamos ya de cómo se daban
los puntos adecuadamente, si es que alguna vez lo habíamos aprendido, ni mucho
menos sabíamos seguir y apoyar adecuadamente al cirujano principal como
ayudantes en la operación. Todo esto nos lo recordaron y enseñaron con gusto y
la experiencia acabó resultando muy interesante, sobre todo en las cirugías sencillas
que repitiéndolas un par de veces se quedaban aceptablemente grabadas en la
mente. Sin embargo, no nos libramos de las bromas típicas que Eldiberto debe
estar acostumbrado a hacer a sus residentes en el Ramón y Cajal, frases tan
divertidas como: “Oye… y tú… ¿sabes hacer algo bien?” mientras intentabas dar
nervioso los primeros puntos de los últimos años o incluso de tu vida. Aunque
la que se llevó la palma de oro fue esta: “Oye Miguel Ángel” (dirigiéndose al
anestesista, que es el encargado de poner los fármacos al paciente durante la
operación) “¿Tienes levodopa por ahí?”. A lo que Miguel Ángel puso total cara
de incomprensión, ya que durante una operación a nadie se le ocurriría ponerle
al paciente levodopa, un fármaco que se usa para tratar el párkinson día a día.
Sin embargo, las risas empezaron a inundar la sala cuando la gente entendió que
era por uno de nosotros, que con las manos temblando, intentaba con poco éxito
ponerle puntos al paciente (dormido este, afortunadamente).
Con el paso de los días fuimos cogiendo más habilidad
quirúrgica, Eldiberto cambió sus palabras de burla cariñosa por otras de ánimo
y admiración por nuestra mejora, y también nos interesamos mucho por el trabajo
de Miguel Ángel, que se valía de máquinas un tanto antiguas para hacer el mismo
trabajo que hace en España. Nos gustó aprender que fármacos se usan para
inducir el sueño a los pacientes (a él le gustaba decir que Dios había sido el
primer anestesista de la Historia, ya que “introdujo a Adán en un profundo
sueño”), o cómo hacer para mantener la respiración de forma artificial durante
ese sueño farmacológico… y finalmente cómo despertarles. Además de todo esto,
Miguel Ángel nos fascinó con varias de sus aventuras vividas en el Ejército…
sobre todo las de su estancia en Bosnia en los 90. Las condiciones en las que
vivió allí, la misión de paz que tenían, las anécdotas que iban surgiendo
(muchas de ellas en torno al valorado jamón serrano, que allí era más preciado
que el oro), y sus explicaciones sobre cómo es la vida de un médico militar, que
sobre todo para los que les guste viajar es toda una oportunidad.
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Uno de los pacientes que operamos, aceptó que le hiciera una foto |
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Javi poniéndose los guantes con toda precaución, para mantener la esterilidad |
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Ha resultado que los quirófanos salen rentables para las fotos artísticas...
¡ahí va la primera! |
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Carmen, coordinadora del Proyecto Fístula,
echándonos una mano |
Entre operación y operación también daba tiempo a vivir
situaciones complejas, algunas auténticos golpes emocionales. El mayor para mí
fue ver como una estoica liberiana, de gesto impenetrable… comenzaba a sollozar
tras decirle que no íbamos a poder operarla. Que no podíamos hacer nada para
mejorar su caso. Su llanto (que ya de por si era impactante, pues no había
visto nunca a una liberiana llorar, y mucho menos ante un blanco) era el de una
persona que ha perdido toda esperanza: si unos cirujanos blancos, del mundo
desarrollado, del mundo de los rascacielos y las máquinas inteligentes, no eran
capaces de operarla… no quedaba más que resignarse a una vida de enfermedad, y
en su caso además, a una vida de marginación social debido a su enfermedad, una
fístula vésico-vaginal que condena a sus portadoras a la soledad. El momento se
me quedó grabado… Gonzalo, Javi y yo, junto con uno de los cirujanos, Morris
(el médico del Proyecto Fistula) y la trabajadora social. Tal fue el impacto de
su caso y el de otra de las chicas con fístula, que estamos intentando ahora
entre los tres, junto con Carmen y con el apoyo de los cirujanos, el enviarla a
Madrid a que se opere (donde allí si es posible ayudarla). Quizá recibáis noticias
de esto pronto… esta vez para pediros algo de ayuda
J
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Javi lavandose las manos antes de la operación... de nuevo hay que mantener
la esterilidad al máximo |
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Manteniendo el pulmón artificial del paciente durante la operación...
su vida en mis manos, nunca mejor dicho |
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Segunda foto artística |
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Una de las enfermeras locales del quirófano |
Y ahora llega la parte filosófica de la entrada, que aparece
como resultado de las conversaciones tan interesantes que mantuvimos con ellos
después de las cenas, sobre todo, cuando se notaba la cercanía que da el pasar
un día juntos trabajando en un país como este. La primera versó sobre un tema
tan polémico como es las ventajas y desventajas que tienen una frente a otra la
sanidad pública y la privada. Ellos eran muy claros: la sanidad privada les
había aportado muchas cosas que no había sido capaz de darles la pública, y la defendían
a capa y espada. Esto era para nosotros toda una novedad… al venir los 3 de la
educación pública y de los hospitales públicos nunca nos habíamos planteado
que, aparte de dinero y más independencia, la sanidad privada pudiera aportar
otras ventajas. En concreto lo que más señalaban era que en el hospital público
en el que cada uno había estado (todos
ellos habían empezado trabajando en la pública para acabar yéndose a la
privada, menos Eldiberto que ahora compatibilizaba ambas) se les había valorado
muy poco, y sobretodo, que no se les había potenciado las iniciativas que
habían tenido. Nos contaban que se habían cansado de ser el que más trabajaba
del servicio, el que quería probar y aprender cosas nuevas, y tener que tirar
de otros menos implicados, quemándose en el empeño y perdiendo fuerzas que
podían dedicar a su crecimiento como profesionales y al bien de los pacientes. Y
ese es el problema de la sanidad pública a nivel del profesional, para ellos, y
es que no valora el esfuerzo que hace cada persona, sino que al valorar a todos por igual puede a
veces desembocar en que no se potencie a la gente que realmente quiere hacer
cosas, que es la que hace avanzar la medicina, y haga que estos se acaben
asfixiando. Por eso algunos de ellos acabaron dejando plazas más que apetitosas
(y seguras) en importantes hospitales públicos para lanzarse al riesgo del
sector privado. Juntos acabaron formando una sociedad, a la que tuvieron que
dedicar 8 meses de inversión (sin ganar nada de dinero), y que han conseguido
mantener al día en las técnicas más punteras y beneficiosas para los pacientes,
finalmente siendo contratada por el hospital San Rafael. Uno de sus últimos
avances es que han conseguido un robot para hacer operaciones complejas (no voy
a explicar en qué consiste ese aparato, pero es una pasada).
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Javi antes de usar el cistoscopio |
Como decía, fue una charla muy curiosa y nueva para
nosotros. Aunque para los que tengan miedo de que nos “privaticemos”, decir que
no hemos perdido la fe en la sanidad pública, que es sin duda necesaria en un país
(cosa que ellos también defendían, a pesar de su opinión a nivel laboral), pero
fue interesante ver y entender las motivaciones, muy nobles a mi parecer, que
les llevaron a tomar ese camino.
Otra de las conversaciones que tuvimos se centró en algo
completamente diferente: nuestra experiencia aquí. En esta conversación uno de
los cirujanos nos intentó animar y estimular a tomar nuestro trabajo aquí con empeño,
nos intentó orientar un poco en cómo enfocarnos, en posibilidades que él veía,
etc. La verdad es que fue todo un estímulo observar que alguien ajeno a
nosotros se daba cuenta de algo importante… que estamos llegando, poco a poco,
al ecuador de nuestro viaje, y que es importante pararse a pensar en qué
situación vamos a querer estar, a nivel asistencial, cuando ese momento llegue.
Y, por supuesto, en cómo poner los medios para ello.
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Otro dicho de anestesistas: "no podemos morir... porque no podemos pasar a mejor vida".
Sin embargo, aunque parezca que no hacen nada, tienen que tener siempre en mente la situación global del paciente durante la operación y estar preparados para cualquier incidencia. |
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Tercera foto artística |
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Esta foto parece artística pero no lo es. Realmente a veces
había que apretar la sangre para que llegara antes al paciente. |
También cayó como tema, inevitable, la vocación del médico y
la especialidad. Aquí hay dos frases que se me quedaron grabadas, una de Miguel
Ángel y otra de Eldiberto. La de Miguel Ángel fue: “Los médicos tenemos votos,
pero sin hacerlos” refiriéndose a los votos o compromisos que hacen los
religiosos cuando deciden consagrarse, y que afectan a toda
su vida. Y es que la medicina es una profesión a la que las personas se
entregan y que acaba impregnando y definiendo lo que ellos mismos son, porque intuyen que es eso a lo que
quieren entregar su vida, que es con lo que más bien van a poder hacer al mundo
y, finalmente, lo que más felices les va a hacer. Supongo que no todos los médicos
vivirán así la medicina, pero también supongo que debe haber una gran
diferencia asistencial y vital entre los que lo hacen y los que no…
¿En qué
lado acabaremos?
Por otro lado Eldiberto nos regaló otra buena sentencia: “La
vocación no se tiene, se descubre”. A mi esta frase me llevo a pensar que, a la
hora de elegir hacia donde caminar en la vida (entre otras cosas, a la hora de
elegir especialidad), es importante pensar y analizar para orientarse, para centrarse
en lo que encaja contigo, pero que llega un punto en el que solo queda (y solo
vale) lanzarse a caminar y a descubrir al hacer el camino si ese era el tuyo. Y
probablemente al andar ese camino “descubras” que esa era tu vocación, no
porque la “tuvieras” de antemano, sino porque es a la que decidiste lanzarte… y
te has enamorado de ella en el camino. Toda una reflexión para avanzar con algo
más de energía en las elecciones que la vida ofrece.
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Javi en todo su esplendor |
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Javi en todo su esplendor |
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Javi en todo su esplendor |
Y dejando los temas existenciales, que como muchos ya sabéis
a mí me encantan, va tocando ya acabar la entrada; que había prometido que iba
a ser corta. El sábado, día 23, nos despedimos todos con una humilde cena en
casa de los hermanos, en la que dio tiempo a sinceros agradecimientos entre
todos. Es curioso lo que te trae una experiencia como esta… al final parte del
impulso, las ideas, la sabiduría para seguir han venido desde el otro lado,
desde nuestro mismo hogar (y obviamente de todos vosotros), y encima volveremos
de Liberia con 5 compañeros más, con los que tenemos claro que podemos contar
ahora mismo y también que podremos contar con ellos en un futuro… y cada vez
más cercano.