lunes, 25 de noviembre de 2013

Un impulso desde el otro lado

Esta entrada intenta sentar un nuevo estilo dentro de nuestro blog: en vez de entradas largas y espaciadas en el tiempo, contando muchas cosas, vamos a intentar hacer entradas más cortas, semanalmente a poder ser, y contando situaciones más concretas. Vamos a ello... ¡por la puerta grande! 
Entrada principal del St. Joseph`s Catholic Hospital
 Esta vez toca hablar de lo acontecido la última semana en el hospital y también en nuestras vidas: la visita por parte de un equipo de cirujanos (urólogos concretamente), para llevar a cabo un intensivo de diagnóstico y operaciones dentro del marco de la urología, especialidad totalmente deficiente en este país y que la población más envejecida no puede dejar de echar de menos. Este equipo procedía del hospital San Rafael de Madrid, hospital que pertenece a la orden de San Juan de Dios (la misma de nuestro hospital aquí), y representaba un porcentaje alto de la plantilla urológica del hospital San Rafael.

Javi y yo habíamos quedado a comer con ellos unos días antes de nuestro viaje, en septiembre, para ir conociéndonos y planear un poco el apoyo que les podíamos dar como médicos durante su estancia aquí.  Ya en ese momento nos sentimos muy bien acogidos por ellos, como uno más del equipo (acostumbrados como estábamos a ser tratados como “el estudiante: el último mono del hospital” durante la carrera, esto nos gustó mucho y nos hizo sentirnos bastante en sintonía con ellos). Y esta buena relación se mantuvo durante la semana pasada. Entre las tareas que nos ofrecían para asumir estaba el ayudar a seleccionar los pacientes desde aquí (cosa en la que no intervinimos mucho porque se encargó un traumatólogo del hospital), y una vez aquí ayudarles en el quirófano a operar, y también fuera  de él, a organizarse y relacionarse con el entorno desconocido del hospital. 

De izquierda a derecha: El padre Miguel, Eldiberto, Juan (secretario del embajador), yo, Javi, Gonzalo, María José, Ricardo, Miguel Ángel y Fernando
Dentro del equipo había 3 cirujanos y un anestesista. Además está María José, una enfermera que ha venido a apoyarles y que ha aprovechado para quedarse un par de semanas más en el hospital. Dentro del equipo, además de María José, estaba Miguel Ángel, el anestesista que es además médico militar y comandante del Ejército, Fernando, nombrado líder por el resto al ser “el que más se queja”,  Eldiberto, que como se encargó bien de hacernos saber… es todo un experto en trasplante renal y ha realizado esta operación más de 500 veces (le dijimos que si no salía en wikipedia nos íbamos a encargar de hacerle la entrada) y Ricardo, el más joven del grupo, que fue residente de Eldiberto hace poco tiempo, y al contrario que él, era el que mejor nos trataba al operar.
Detalle del techo de la zona de los quirófanos
Las máquinas, aunque algo antiguas ya, son de buena calidad

El día a día durante la semana fue bastante intenso, quitando el domingo que fuimos a comer con ellos y a visitar Monrovia (su estancia nos ha valido para ser invitados a cada cena y comida a la que les han convocado, la mayoría organizadas por Juan, el embajador, en los sitios “caros” de Liberia y que superan un poco nuestro presupuesto –estamos hablando de 30-40 dólares  por persona-.) Por cierto que en una de estas cenas tuvimos la suerte de ver aparecer una tortuga salvaje, de esas que llegan a los 100 años, ya que el restaurante estaba en la propia playa. Aquí la tenéis:


Por las mañanas nos levantábamos pronto, para estar a las 8 en el hospital (alguno de nosotros 3 lo lograba y otros no…), donde la actividad solía consistir en pasar consulta y operar en los quirófanos. A la hora de las consultas resultábamos bastantes útiles, ya que tras más de mes y medio aquí nos empezamos a manejar bien con la jerga liberiana. Ha sido muy típico, tras un speech  en correcto inglés de uno de los urólogos a cualquiera de los pacientes, que alguno de nosotros tuviera que decir negando con la cabeza: “no te ha entendido”. Así que al final nosotros acabamos transformando las preguntas, o la enfermera si se encontraba allí, a un inglés inteligible. Por ejemplo: “Do you urinate too frequently?” había que transformarlo en “you pee pee fast fast?”.
Miguel Ángel poniendo el propofol... a este paciente le
quedan dos segundos antes de dormir.
María José en plena faena
En el quirófano sin embargo perdíamos cualquier tipo de ventaja y pasábamos a ser completos e inexpertos aprendices. Al menos las pocas nociones de cirugía práctica recibidas durante la carrera nos sirvieron para no hacer el ridículo (por ejemplo el mantenimiento de una asepsia adecuada o de una vestimenta correcta), sin embargo ninguno nos acordamos ya de cómo se daban los puntos adecuadamente, si es que alguna vez lo habíamos aprendido, ni mucho menos sabíamos seguir y apoyar adecuadamente al cirujano principal como ayudantes en la operación. Todo esto nos lo recordaron y enseñaron con gusto y la experiencia acabó resultando muy interesante, sobre todo en las cirugías sencillas que repitiéndolas un par de veces se quedaban aceptablemente grabadas en la mente. Sin embargo, no nos libramos de las bromas típicas que Eldiberto debe estar acostumbrado a hacer a sus residentes en el Ramón y Cajal, frases tan divertidas como: “Oye… y tú… ¿sabes hacer algo bien?” mientras intentabas dar nervioso los primeros puntos de los últimos años o incluso de tu vida. Aunque la que se llevó la palma de oro fue esta: “Oye Miguel Ángel” (dirigiéndose al anestesista, que es el encargado de poner los fármacos al paciente durante la operación) “¿Tienes levodopa por ahí?”. A lo que Miguel Ángel puso total cara de incomprensión, ya que durante una operación a nadie se le ocurriría ponerle al paciente levodopa, un fármaco que se usa para tratar el párkinson día a día. Sin embargo, las risas empezaron a inundar la sala cuando la gente entendió que era por uno de nosotros, que con las manos temblando, intentaba con poco éxito ponerle puntos al paciente (dormido este, afortunadamente).

Con el paso de los días fuimos cogiendo más habilidad quirúrgica, Eldiberto cambió sus palabras de burla cariñosa por otras de ánimo y admiración por nuestra mejora, y también nos interesamos mucho por el trabajo de Miguel Ángel, que se valía de máquinas un tanto antiguas para hacer el mismo trabajo que hace en España. Nos gustó aprender que fármacos se usan para inducir el sueño a los pacientes (a él le gustaba decir que Dios había sido el primer anestesista de la Historia, ya que “introdujo a Adán en un profundo sueño”), o cómo hacer para mantener la respiración de forma artificial durante ese sueño farmacológico… y finalmente cómo despertarles. Además de todo esto, Miguel Ángel nos fascinó con varias de sus aventuras vividas en el Ejército… sobre todo las de su estancia en Bosnia en los 90. Las condiciones en las que vivió allí, la misión de paz que tenían, las anécdotas que iban surgiendo (muchas de ellas en torno al valorado jamón serrano, que allí era más preciado que el oro), y sus explicaciones sobre cómo es la vida de un médico militar, que sobre todo para los que les guste viajar es toda una oportunidad.


Uno de los pacientes que operamos, aceptó que le hiciera una foto




Javi poniéndose los guantes con toda precaución, para mantener la esterilidad

Ha resultado que los quirófanos salen rentables para las fotos artísticas...
¡ahí va la primera!















Carmen, coordinadora del Proyecto Fístula,
echándonos una mano
 Entre operación y operación también daba tiempo a vivir situaciones complejas, algunas auténticos golpes emocionales. El mayor para mí fue ver como una estoica liberiana, de gesto impenetrable… comenzaba a sollozar tras decirle que no íbamos a poder operarla. Que no podíamos hacer nada para mejorar su caso. Su llanto (que ya de por si era impactante, pues no había visto nunca a una liberiana llorar, y mucho menos ante un blanco) era el de una persona que ha perdido toda esperanza: si unos cirujanos blancos, del mundo desarrollado, del mundo de los rascacielos y las máquinas inteligentes, no eran capaces de operarla… no quedaba más que resignarse a una vida de enfermedad, y en su caso además, a una vida de marginación social debido a su enfermedad, una fístula vésico-vaginal que condena a sus portadoras a la soledad. El momento se me quedó grabado… Gonzalo, Javi y yo, junto con uno de los cirujanos, Morris (el médico del Proyecto Fistula) y la trabajadora social. Tal fue el impacto de su caso y el de otra de las chicas con fístula, que estamos intentando ahora entre los tres, junto con Carmen y con el apoyo de los cirujanos, el enviarla a Madrid a que se opere (donde allí si es posible ayudarla). Quizá recibáis noticias de esto pronto… esta vez para pediros algo de ayuda J

Javi lavandose las manos antes de la operación... de nuevo hay que mantener
la esterilidad al máximo



Manteniendo el pulmón artificial del paciente durante la operación...
 su vida en mis manos, nunca mejor dicho

Segunda foto artística

Una de las enfermeras locales del quirófano
Y ahora llega la parte filosófica de la entrada, que aparece como resultado de las conversaciones tan interesantes que mantuvimos con ellos después de las cenas, sobre todo, cuando se notaba la cercanía que da el pasar un día juntos trabajando en un país como este. La primera versó sobre un tema tan polémico como es las ventajas y desventajas que tienen una frente a otra la sanidad pública y la privada. Ellos eran muy claros: la sanidad privada les había aportado muchas cosas que no había sido capaz de darles la pública, y la defendían a capa y espada. Esto era para nosotros toda una novedad… al venir los 3 de la educación pública y de los hospitales públicos nunca nos habíamos planteado que, aparte de dinero y más independencia, la sanidad privada pudiera aportar otras ventajas. En concreto lo que más señalaban era que en el hospital público en el  que cada uno había estado (todos ellos habían empezado trabajando en la pública para acabar yéndose a la privada, menos Eldiberto que ahora compatibilizaba ambas) se les había valorado muy poco, y sobretodo, que no se les había potenciado las iniciativas que habían tenido. Nos contaban que se habían cansado de ser el que más trabajaba del servicio, el que quería probar y aprender cosas nuevas, y tener que tirar de otros menos implicados, quemándose en el empeño y perdiendo fuerzas que podían dedicar a su crecimiento como profesionales y al bien de los pacientes. Y ese es el problema de la sanidad pública a nivel del profesional, para ellos, y es que no valora el esfuerzo que hace cada persona, sino  que al valorar a todos por igual puede a veces desembocar en que no se potencie a la gente que realmente quiere hacer cosas, que es la que hace avanzar la medicina, y haga que estos se acaben asfixiando. Por eso algunos de ellos acabaron dejando plazas más que apetitosas (y seguras) en importantes hospitales públicos para lanzarse al riesgo del sector privado. Juntos acabaron formando una sociedad, a la que tuvieron que dedicar 8 meses de inversión (sin ganar nada de dinero), y que han conseguido mantener al día en las técnicas más punteras y beneficiosas para los pacientes, finalmente siendo contratada por el hospital San Rafael. Uno de sus últimos avances es que han conseguido un robot para hacer operaciones complejas (no voy a explicar en qué consiste ese aparato, pero es una pasada).
Javi antes de usar el cistoscopio
 Como decía, fue una charla muy curiosa y nueva para nosotros. Aunque para los que tengan miedo de que nos “privaticemos”, decir que no hemos perdido la fe en la sanidad pública, que es sin duda necesaria en un país (cosa que ellos también defendían, a pesar de su opinión a nivel laboral), pero fue interesante ver y entender las motivaciones, muy nobles a mi parecer, que les llevaron a tomar ese camino.
Otra de las conversaciones que tuvimos se centró en algo completamente diferente: nuestra experiencia aquí. En esta conversación uno de los cirujanos nos intentó animar y estimular a tomar nuestro trabajo aquí con empeño, nos intentó orientar un poco en cómo enfocarnos, en posibilidades que él veía, etc. La verdad es que fue todo un estímulo observar que alguien ajeno a nosotros se daba cuenta de algo importante… que estamos llegando, poco a poco, al ecuador de nuestro viaje, y que es importante pararse a pensar en qué situación vamos a querer estar, a nivel asistencial, cuando ese momento llegue. Y, por supuesto, en cómo poner los medios para ello. 

   

  

Otro dicho de anestesistas: "no podemos morir... porque no podemos pasar a mejor vida".
Sin embargo, aunque parezca que no hacen nada, tienen que tener siempre en mente la situación global del paciente durante la operación y estar preparados para cualquier incidencia. 


Tercera foto artística


Esta foto parece artística pero no lo es. Realmente a veces
había que apretar la sangre para que llegara antes al paciente.
 También cayó como tema, inevitable, la vocación del médico y la especialidad. Aquí hay dos frases que se me quedaron grabadas, una de Miguel Ángel y otra de Eldiberto. La de Miguel Ángel fue: “Los médicos tenemos votos, pero sin hacerlos” refiriéndose a los votos o compromisos que hacen los religiosos cuando deciden consagrarse, y que afectan a toda su vida. Y es que la medicina es una profesión a la que las personas se entregan y que acaba impregnando y definiendo lo que ellos mismos son, porque intuyen que es eso a lo que quieren entregar su vida, que es con lo que más bien van a poder hacer al mundo y, finalmente, lo que más felices les va a hacer. Supongo que no todos los médicos vivirán así la medicina, pero también supongo que debe haber una gran diferencia asistencial y vital entre los que lo hacen y los que no… 
¿En qué lado acabaremos?

Por otro lado Eldiberto nos regaló otra buena sentencia: “La vocación no se tiene, se descubre”. A mi esta frase me llevo a pensar que, a la hora de elegir hacia donde caminar en la vida (entre otras cosas, a la hora de elegir especialidad), es importante pensar y analizar para orientarse, para centrarse en lo que encaja contigo, pero que llega un punto en el que solo queda (y solo vale) lanzarse a caminar y a descubrir al hacer el camino si ese era el tuyo. Y probablemente al andar ese camino “descubras” que esa era tu vocación, no porque la “tuvieras” de antemano, sino porque es a la que decidiste lanzarte… y te has enamorado de ella en el camino. Toda una reflexión para avanzar con algo más de energía en las elecciones que la vida ofrece.

 
Javi en todo su esplendor
Javi en todo su esplendor
Javi en todo su esplendor
 Y dejando los temas existenciales, que como muchos ya sabéis a mí me encantan, va tocando ya acabar la entrada; que había prometido que iba a ser corta. El sábado, día 23, nos despedimos todos con una humilde cena en casa de los hermanos, en la que dio tiempo a sinceros agradecimientos entre todos. Es curioso lo que te trae una experiencia como esta… al final parte del impulso, las ideas, la sabiduría para seguir han venido desde el otro lado, desde nuestro mismo hogar (y obviamente de todos vosotros), y encima volveremos de Liberia con 5 compañeros más, con los que tenemos claro que podemos contar ahora mismo y también que podremos contar con ellos en un futuro… y cada vez más cercano. 


lunes, 18 de noviembre de 2013

Monrovia y sus imágenes


Tras dos grandes entradas subidas por el gran “Cahlos” (Así le llaman aquí), me dispongo a escribir la mía. Me centraré en tres días especiales, en los que pudimos disfrutar, por orden cronológico, de la Monrovia profunda, de un día entre chimpancés y del hotel Ducor y sus preciosas vistas de la ciudad.

Como bien dice el dicho, una imagen vale más que mil palabras. Y la entrada de hoy consistirá sobre todo en eso, en imágenes. Porque por mucho que nosotros intentemos describir la realidad de lo que vemos aquí cada día, no hay nada mejor que mostrarla en fotografías para que podáis acercaros un poco más sí cabe a la experiencia que estamos viviendo.

Hacer fotos en Monrovia no es nada sencillo, sentimos pavor cada vez que levantamos el objetivo y enfocamos ya que si algún liberiano observa que puede salir en la foto sin su permiso (Aunque estés apuntando a una casa, calle, o pájaro cualquiera)  es muy probable que se rebele enloquecido contra ti o te pida dinero. Y es que muchos de ellos piensan que los extranjeros hacemos un mal uso de las fotografías aprovechándonos de su pobreza. Por supuesto, esa no es nuestra intención y respetamos su forma de reaccionar, por lo que evitamos en lo posible hacer fotos en las que aparezcan ellos sin su permiso, o directamente les pedimos amablemente si quieren salir en ellas.

Comencemos ahora a desglosar cada uno de los tres días que me apetece relataros con sus respectivas e impactantes imágenes. Let´s go!!!!



Día “Proyecto Fístula”

Como ya os explicamos en nuestra primera entrada, aparte de nuestra colaboración con el hospital y gracias a Carmen,  tenemos la oportunidad de ayudar en el “Proyecto Fístula” de Mujeres por África, del cual ella es coordinadora, mediante la realización de ecografías a embarazadas y en las diferentes actividades que organiza la asociación.

Esta vez Carmen nos comentó que iban a realizar una marcha por las calles de uno de los barrios más pobres de la ciudad, New Kru Town, con la colaboración de las mujeres liberianas de la Cruz Roja, para promocionar el proyecto con el fin de captar posibles mujeres con fístula o con riesgo de padecerla. Por supuesto, aceptamos el reto y con nuestra camiseta del proyecto, nos dispusimos a ayudar y vivir la experiencia.

Carlos y Gonzalo, grandes animadores donde los haya, decidieron llevarse la guitarra y tocar canciones pegadizas para armar más jaleo.

También nos llevamos un pedazo de “estéreo” (Radiocasete) enorme que tenían las Hermanas en su casa (y parecían tranquilitas las tías…) para liarla aún más. Las fotos con el estéreo molan sí, pero lo que no mola tanto es llevar 6-7 kilos a la espalda con casi 40 grados de temperatura. Otro detalle importante era que no tenía pilas, y necesitaba unas 10 de las gordas, las cuales tuvimos que ir a buscar por media Monrovia. Y para colmo, el cacharro no funcionó bien y las canciones se cortaban continuamente. Vamos, un desastre. 

¡Vaya tres!

Gonzalo y el "Éstereo" por las calles de New Kru Town





Casas de New Kru Town













Llegamos a New Kru Town por las complicadas y estrechas carreteras de tierra, por las cuales casi rozábamos los comercios que había pegados a las mismas. El barrio era realmente pobre, había incluso más pobreza de la que habíamos visto hasta el momento.  “Bienvenido a la verdadera Liberia Carlos” Le comenté.







Gracias a que fuimos en manada, a nadie pareció importarles que Carlos fuera con su cámara haciendo fotos por doquier. Y  este es el resultado…. mejor dejar de escribir y que disfrutéis de ellas.



Niño liberiano con la típica manera africana de transportar objetos




Yeahhhhhhhhhh



Gran foto de dos niñas con sus uniformes del cole

Adolescente liberiano también con su uniforme del cole
Mujer arreglándole el pelo a otra. Una manera muy típica que tienen de pasar el rato.





Gonzalo con mirada penetrante.



Gonzalo, Carmen (Cruz Roja), Carmen (Enfermera) y yo.

Nube gigantesca que poco después descargó bien.

Ver tres personas en una moto es algo habitual.

Las mujeres del proyecto de la Cruz Roja Liberiana fueron las grandes protagonistas de la marcha: cantaban canciones, hacían dramatizaciones explicando de forma sencilla los síntomas de la fístula y cómo y dónde se podía tratar, repartían folletos y explicaban con un perfecto inglés (liberiano claro… ) en qué consistía la fístula a los vecinos de la zona.



Mujeres del "proyecto fístula" haciendo una dramatización sobre la fístula en pleno barrio.


Carlos en su futura foto de perfil en todas las redes sociales.

Yo con cara de circunstancias, ya que en realidad era una foto de "estrangis"
para fotografiar una calle transitada de colegiales.




Unas cuantas niñas liberianas posando.






Saludando a "Martha". jeje.














Cada foto nos parecía una verdadera obra de arte. Y es que incluso haciendo fotografías a una casa al azar ya te sale una foto increíble debido al  contraste continuo de colores, juegos de luz, vida-pobreza que te encuentras por esta ciudad.
De todas las fotos que hicimos ese día, nuestras favoritas son estas:
Bonito juego de luces


Tremendo contraste de colores entre la pared de la casa y la ropa del niño. Buenísima foto.
`
Como dije anteriormente, Carlos y Gonzalo decidieron llevarse la guitarra y tocar canciones pegadizas para armar más jaleo. ¡Y vaya si la liaron! Consiguieron que las mujeres del proyecto de la Cruz Roja saltaran como locas al ritmo de su música, ¡menudos cracks! Deberían haberse dedicado a esto y no ser medicuchos de pacotilla…   ;)

                                                                     (Video por subir)
Teteteteteeeeeeeeeeeee….

Quería resaltar una foto, y es la que salimos los cuatro con el escudo del Madrid pintado en el muro de una casa (Nunca hay que olvidar de dónde se viene, ¡¡¡Hala Madrid!!!). En Liberia, un país pequeñajo y perdido del mundo, resulta que se vive el fútbol de una manera loca. De hecho, la primera pregunta que te hace un liberiano cuando te conoce es: “¿ You support Madrid o Barcelona?” y cuando les decimos que somos de Madrid dicen: “Ahhhhhh you come from Real Madrid!”  . Fatal.

En el corazón... jajaj

Después de una dura mañana de paseo por New Kru Town nada mejor que pasar la tarde tomándose unos cocos en los cocoteros que tenemos al lado de nuestra casa:

Nuestro vecino Eric preparándonos un coco.

Un coco por dentro.

"Gonfalo" (Así le llaman aquí) y su coco.

Carlos intentando preparar un coco.



















Día “Entre chimpancés”.

Como no tenía suficiente con compartir casa con dos orangutanes, decidimos irnos con Carmen a ver unos chimpancés que vivían en unas pequeñas islas en las afueras de la ciudad. Estos animales tienen una historia curiosa. A pesar de ser un lugar óptimo para ellos al estar protegidos de cualquier amenaza humana, estas islas no son su hábitat natural, sino que fueron llevados hasta allí después de haber sido utilizados durante años como animales de experimentación para la investigación de tratamientos para los distintos tipos de hepatitis. Resulta que esta investigación se llevó a cabo tras un acuerdo entre el gobierno liberiano y una empresa americana, hasta que un grupo defensor de los derechos de los animales se quejó a organismos internacionales y la investigación se fue a tomar por saco. Esta empresa tiene contrato hasta dentro de 50 años, por lo que hasta entonces se encargarán de alimentar a los chimpancés hasta que mueran, habiendo cortado la posibilidad de que tengan descendencia mediante la correspondiente vasectomía a los machos del grupo. Pobrecillos… Sin embargo, debió de ser que a alguno le hicieron la vasectomía mal porque nosotros vimos algún que otro chimpancé bebé abrazado a su mamá.

Esta excursión tuvo varios puntos fuertes. El primero fue el viaje de ida hasta el lugar donde nos esperaban Cooper y su compañero con la lancha. En este viaje de ida pasamos por diferentes aldeas cuyos habitantes vivían en casas con estructuras muy básicas de adobe y tejados hechos con ramas, conviviendo armónicamente con la naturaleza tropical sin el hacinamiento y la suciedad de la ciudad. 

Otra cosa que nos llamó la atención es que todos los niños nos saludaban (En Monrovia también lo suelen hacer) pero esta vez acompañaban el saludo con un grito al unísono: “Moneeeey, give me moneeeeey”. Y es que es tremenda la costumbre que tienen aquí de ver a un blanco y directamente pedirle dinero. 


Una aldea típica con sus casas "rústicas"


Puente también "rústico"




Instituto de investigación dónde experimentaban con los chimpancés.

Una vez llegamos al pequeño puerto, nos recibieron unos cuantos liberianos. Uno de ellos nos comentó amablemente que nos cuidaría el coche (Típico "gorrilla" de por aquí). Poco después nos montamos en la lancha con Cooper y su compañero ( que eran los encargados de dar de comer a los chimpancés) los cuales se sacaban un dinerillo extra con las visitas turísticas. Ya desde el puerto podíamos ver lo que nos esperaba. Las vistas eran espectaculares. Pero si a este precioso paisaje le unes la brisa fresca de la zona y unas nubes que tapaban el insoportable sol liberiano…Solo quedaba disfrutar.

Gonzalo hablando con Cooper con un paisaje precioso de fondo. Gran foto.


Canoa


¡¡¡Chimpancés!!!










Un poblado pesquero

Cooper es recibido con cariño por una chimpancé en una de las islas. INCREÍBLE LA FOTO.

Yo creo que le gusta.

Está enamorá.

Chimpancé gitano: "Dame un eurillo primoooo"

"Yo quiero leche uhuhuhuhu" Decían.

En ocasiones llegaban a estar muy cerquita nuestra, y no para saludarnos precisamente.




Mamá chimpancé con su bebé.


Dos chavales pescando.



Después de ver a los chimpancés y de forma espontánea, decidimos hacer parte del camino de vuelta subidos en el capó del todoterreno. ¡Qué pasada fue! (Papá, mamá, no miréis... )   :)











Día “Hotel Ducor”

El hotel Ducor fue uno de los hoteles más glamurosos de la ciudad hasta la época de la guerra, cuando fue quemado y destrozado por dentro. Se construyó en los años 50 y tiene la particularidad de estar en lo alto de una pequeña colina, por lo que desde allí puedes ver las vistas de toda la ciudad. Entre sus huéspedes más famosos destacaba Gaddafi. 


En la entrada nos esperaba un “vigilante”, que como de costumbre, nos exigió dinero para poder entrar. Subimos los 8 pisos del hotel, imaginándonos lo que un día fue y hoy ya no es, hasta que llegamos a la azotea. 

El hotel por dentro.

Detalle de lo que fue la estructura de un ascensor.

Una de las habitaciones del hotel pintada con la palma de la mano de un artista local 


¡Menudas vistas!

Desde allí pudimos disfrutar de las vistas de la ciudad en pleno atardecer: las diminutas casas, el ruido de los claxon a lo lejos, West Point (Uno de los mayores “Slum” del mundo donde viven unas 100.000 personas en un pequeño espacio de playa) la costa, el mar, el horizonte.

Vistas de west Point desde el hotel, espectacular.






Desde allí arriba, Monrovia casi parecía una ciudad normal. Aunque el vigilante tenía prisa por acabar, pues ya estaba anocheciendo, nos quedamos 15 minutos observando las vistas cada uno en su mundo, sin hablar…
Vistas de la ciudad desde la azotea del hotel.
















Después de ver el hotel, decidimos tomarnos una cerveza en un bonito bar con vistas al mar, llamado Golden Beach.





¡Y esto era lo que me apetecía contaros hoy! 

Entre medias, seguimos en período de formación en el hospital, Carlos está ahora en pediatría, Gonzalo en medicina interna y yo en ginecología/obstetricia. Cada vez estamos ganando más confianza y haciendo más cosas por nuestra cuenta. Ya conseguimos la licencia y pronto empezaremos a ejercer en las clínicas que tienen los hermanos por la ciudad. Seguimos descubriendo cosas nuevas cada día, metiéndonos cada vez más en la cultura liberiana, entendiendo su forma de vivir, su forma de ser, su forma de hablar. Se puede decir, que cada día somos un poquito más liberianos.

¡Os seguiremos informando!