Como ya anunciaba en la entrada anterior, toca ahora
contaros un poco sobre el hospital y nuestra experiencia en él. Javi está
preparando la próxima entrada, para la que ya tenía varias ideas, así que me ha
tocado a mí ir escribiendo esta. ¡Vamos a ello!
Hace poco más de 50 años (hace meses celebraba el hospital
su 50 aniversario) la orden hospitalaria de los Hermanos de San Juan de Dios
decidió iniciar en Monrovia un proyecto de salud. Un hospital que diera
atención sanitaria a los habitantes de la ciudad, junto con un centro de salud
en el barrio de New Kru Town. Ya
desde el momento de la construcción el hospital se diseñó como un “compound”: un recinto vallado o
amurallado, dentro del cual estaría el hospital con todos sus edificios anexos
(generadores, lavandería, almacén de farmacia y equipamiento, extensiones
clínicas y las residencias de los hermanos, las hermanas y los médicos u otro
personal).
El hospital ha vivido una historia cuanto menos emocionante:
sobrevivir a dos guerras (durante la última guerra hubo un momento en el que
este era el único centro sanitario abierto de Monrovia, dando atención tanto a
las tropas del gobierno como a los rebeldes, hasta que el peligro fue tal que
hubo que evacuarlo), ir consiguiendo su independencia económica, que a día de hoy
es casi una realidad (aún depende un poco de donaciones enviadas en barco por la ONG “Juan
Ciudad”, fundada por la propia orden, o de alguna otra donación esporádica),
hasta ser actualmente uno de los mejores hospitales de Liberia y de los más
limpios, en el que además se cobra un precio muy bajo a los pacientes por la
atención.
Factura de un paciente, donde podéis ver diferentes precios en dolares liberianos |
Algunos se escandalizaran al escuchar que se cobra a los
pacientes por ser atendidos en el hospital, igual que nosotros lo hicimos
cuando estábamos todavía en España. Sin embargo, la realidad es más dura de lo
que querríamos (y más en este país que no tiene sanidad pública) y aquí nos
estamos dando cuenta de que el sueño de la cooperación y la entrega voluntaria
no es tan sencillo como parece. Hay muchos factores en juego que hay que tener en
cuenta, porque lo que puede parecer ayuda en el momento presente, se puede
convertir en un lastre para el crecimiento futuro. Por un lado es simplemente
imposible mantener activo un hospital de estas características (con
laboratorio, ecógrafos, quirófanos, rayos-X, unas 60 camas, etc) sin dinero
suficiente; y el dinero suficiente para hacerlo es muy difícil de conseguir de
forma externa, en forma de donaciones. Más aún, si ya es difícil mantener el
hospital, es mucho más difícil que un hospital así vaya mejorando su calidad en
el servicio: mantener gratuito un hospital sería condenar a su población a ser
siempre atendida por una sanidad de subsistencia; y también algo que suena paternalista,
pero que es real: se estaría enseñando a la gente a no ahorrar para cuidar su
salud y cuando apareciera una enfermedad que superase la capacidad del
hospital, no tendrían posibilidad de ser curados (cosa que sigue sucediendo aun
así). Y por supuesto, y quizá lo más importante, no se puede mal acostumbrar a
un gobierno a que la sanidad sea proporcionada por gente extranjera con fondos
extranjeros, por muchas ganas que se tenga de ayudar, ya que de esta forma se
enlentecería el crecimiento de la sanidad del propio país y en el fondo sería
tratar a Liberia como un niño pequeño e incapaz, bloqueando su crecimiento.
Titi, la trabajadora social, dando un aviso sobre una tanda de cirugías gratis en el periódico. |
Uno de los quirófanos. Una equipo humilde, pero adecuado. Y muy limpio |
Hoy en día el hospital es atendido por personal liberiano en
su mayoría, aunque entre los médicos solo uno es liberiano (el Dr. Blowman, que
es el director médico), ya que de momento hay pocos médicos liberianos y además
muchos de ellos se van fuera. Los hermanos viven en una casa justo al lado del
hospital, al igual que las hermanas, y trabajan principalmente para el hospital
(Patrick es el gerente del hospital, George es farmacéutico, Chantal es
enfermera, etc.)
Una de las salas de espera poco antes de comer: a primera hora de la mañana está totalmente llena |
Y toca ya contar nuestra experiencia. Cuando llegamos aquí,
Patrick nos comunicó su plan inicial para nosotros: pasar un tiempo en el
hospital aprendiendo como se hace la medicina aquí, para luego poder ejercer como
médicos en el propio hospital o en el
centro de salud del barrio de New Kru Town
(aunque para eso tenemos que conseguir una licencia de trabajo liberiana, cosa
que no es tan sencilla, y en la que estamos trabajando). De esta forma, estas
primeras semanas hemos estado cada uno con un médico diferente, y justo ahora
nos toca cambiar. Javi ha estado con el Dr. Bopi en pediatría, Gonzalo con el
Dr. Morris en ginecología, y yo con el Dr. Ashram, en medicina interna (aviso
de que algunos de estos nombres son falsos, ya que voy a contar cosas buenas y
malas de ellos, la realidad que hemos encontrado aquí.)
Estos tres médicos son personas muy diferentes entre sí,
tanto en lo humano como en lo técnico, por lo que hemos podido ver y vivir
cosas muy diferentes con ellos, cosas que nos han ayudado a entender mejor como
es la medicina aquí, y más aún, como es la medicina que queremos hacer nosotros
en el futuro.
Javi, con el Dr. Bopi, ha estado viendo a unos 30 o 40
niños cada día. Ha aprendido mucho sobre las enfermedades que afectan a los
niños aquí y cómo se han de manejar estas enfermedades. También ha podido ver
más de cerca como son las madres y los niños de este país (casi siempre eran
las madres las que traían a los niños a consulta). Muchas, no sabemos por qué,
se caracterizan por una aparente apatía e inexpresividad hacia la situación de
enfermedad de su hijo. Aunque esto se ve en muchos liberianos, esa apatía en el
gesto, con lo que puede ser que simplemente no sepamos interpretar las
expresiones faciales de la gente de aquí. O que sea pura vergüenza ante dos
médicos que les observan…. En fin, aún es un misterio, ya os iremos informando
si entendemos mejor estas cosas. También, Javi se ha encontrado situaciones
duras y difíciles. Muchas enfermedades que en España estarían mejor controladas,
padres que dejan avanzar la enfermedad en sus hijos… y una cosa con la que
podemos aprender mucho: en ciertos momentos se daba cuenta de que lo que hacía
su médico no era lo correcto. Por ejemplo, los antibióticos fluían de esa
consulta en auténticas riadas, y muchas veces salían con tratamiento
antibiótico niños con algo de tos y poco más. Para el Dr. Bopi prácticamente
todos los niños tienen neumonía, cosa que obviamente no puede ser, y este fallo
es debido, al menos en parte, a que él en realidad no es pediatra (aunque sí
tiene mucha experiencia con niños) y que no ha recibido de base la mejor
formación para su puesto. Pero es que en Liberia prácticamente no hay casi
pediatras, así que es lo mejor que el hospital puede ofrecer, y según nos
contaba Javi, él también lo da todo cada día (muchas veces se frustra con la
cantidad de pacientes que tiene y el cansancio que acaba sintiendo después de
horas y horas viéndolos).
Una habitación de la planta de pediatría. Las madres se suelen quedar a dormir con sus niños, pero solo tienen una silla o el suelo para dormir (como sucede también para muchas en sus hogares). |
Por su parte, Gonzalo ha estado disfrutando de la ciudad con
el Dr. Morris. Este médico es parte del equipo de “Proyecto Fistula”, un
proyecto de la ONG “Mujeres por África”, en el que se quiere ayudar a las
mujeres con fístula y prevenir esta enfermedad. La fístula es una enfermedad
causada por una comunicación entre la vejiga y la vagina y a veces el intestino,
que puede aparecer durante los partos traumáticos o difíciles, por la presión
que ejerce el bebe al salir. Y este tipo de partos aquí son muy comunes: son
muy frecuentes las niñas de 15 o 16 años embarazadas, con las caderas
estrechas, y que acaban teniendo partos de días (5, 6 o 7 días) en sus casas,
porque su familia no las trae al hospital. Durante estos partos aparece ,por
rotura de los tejidos internos, la fistula vesicovaginal, que condena a estas
mujeres a estar orinándose de manera constante y a ser rechazadas socialmente
por el olor a orina que constantemente las acompaña. El Dr. Morris, al igual
que Carmen (la enfermera española de la que os hablaba en la entrada anterior)
dedica gran parte de sus esfuerzos a localizar y prevenir esta enfermedad en
mujeres (o adolescentes) embarazadas. Cuando las localizan hacen un seguimiento
de su embarazo, y si se ve un riesgo excesivo cuando el embarazo está a
término, se les realiza una cesárea para evitar que aparezca la fistula. También
se dedican ambos a buscar mujeres con fístula establecida, para poder operarlas
más adelante, y a sensibilizar a la población Liberiana sobre la existencia de
esta enfermedad y su tratamiento. De vez en cuando viene un cirujano español
que colabora con la ONG, y opera a todas las mujeres con fístula seleccionadas
para librarlas de este estigma social que les ha tocado.
Como decía, Gonzalo ha estado con el Dr. Morris recorriendo
la ciudad, ya que Morris se mueve por las diversas clínicas de la diócesis
católica de Monrovia, atendiendo a las mujeres que encuentra allí. Es toda una
experiencia ver estos lugares: barrios donde la pobreza campa a sus anchas y
donde los centros de salud no cumplirían ni el más mínimo requisito de higiene
en España, pero donde se hace lo que se puede. Un ejemplo paradigmático de esto
es Westpoint, una pequeña península en
la que se haya el “slum” o barriada más
pobre e insalubre de todo el país (considerado también uno de los peores del
mundo), y donde hay una de estas pequeñas clínicas a las que Morris atiende. El
viaje hasta la clínica, a través de minúsculas calles repletas de gente intentando
ganarse el pan, de tenderetes, de chabolas con 15 personas viviendo dentro… te
deja conmovido y pensativo. Es una pena que por motivos de seguridad no se
puedan hacer fotos buenas de esta zona, no es buena idea sacar una cámara por
la ventanilla aquí, así que os dejo lo que conseguí sacar.
La carretera principal que atraviesa Westpoint, más allá de ella solo hay chabolas pegadas unas a otras. |
Con Morris, Gonzalo
también ha aprendido a desentrañar los secretos del “Kolokua”, el idioma que habla la mayoría de los liberianos y que se
trata de inglés modificado, coloquial… y del que no se entiende una palabra. Pero
lo más gracioso: ellos tampoco te entienden a ti, ya que los que no han ido a
la escuela no entienden el inglés correcto o “standard”, cómo ellos lo llaman (por otro lado, enorgullece que
llamen inglés “correcto” a nuestro inglés de pacotilla). Poco a poco, hablando
con las mujeres y hombres de los barrios de Monrovia, vamos aprendiendo a
comunicarnos con este inglés alterado por los años.
Con Morris estamos aprendiendo a hacer nosotros mismos ecografías ginecológicas y seguimiento de embarazadas |
Consulta del Dr. Ashram |
Por mi parte, estas tres semanas he estado con el Dr. Ashram, un alejandrino (como los versos), que es probablemente uno de los mejores médicos de este país: muchas personas le llaman cada día para recibir su consejo, que él da gustoso… aunque para mí han sido unas semanas cargadas de contrastes en su presencia. Ashram ha trabajado en muchos países a lo largo de su carrera, desde Egipto hasta Dinamarca o el Líbano. Y ha acabado en Monrovia no se sabe muy bien por qué. El caso es que cuando uno se pone con él en la consulta se da cuenta de varias cosas: por un lado, que tiene unos conocimientos muy amplios de la medicina interna, es decir, de todos los casos tipo “House”. Y sobre todo, tiene una gran experiencia y ojo clínico: el otro día en urgencias estábamos los 3 intentando curar a una chica de 14 años de un ataque agudo de asma, hasta que apareció Ashram, que nada más verla ( y eso es lo sorprendente, que fue verla y ya está) nos informó de que era un ataque de ansiedad y no de asma; Y situaciones de ese tipo las viví varias veces con él (de hecho, una de las reflexiones que hacía diariamente yo era lo mucho que me queda aún por aprender y entender). Por otro lado, y como sucedía con el doctor Bopi, también he visto en él algunos errores con los que he podido aprender, y que son también reflejo de la situación de este país. Durante la consulta recibe una 10 llamadas cada día a su móvil, que atiende delante del paciente, sea quien sea y en el idioma que sea. Muchos días, cuando por algún compromiso personal quiere salir antes, acaba pasando a los pacientes a velocidades vertiginosas. Otras veces, ofrece a los paciente la posibilidad de hacerles él mismo una ecografía “in situ”, en la misma consulta, con un ecógrafo que no es suyo sino de “Mujeres por África”, pero cobrando a los pacientes 1400 LD (unos 20 dólares americanos, frente a los 15 que vale hacerla por la vía normal en el hospital). De esta forma también deriva a su clínica privada a muchos pacientes que ve que tienen dinero (pacientes extranjeros la mayoría), y que a lo mejor vienen recomendados por algún compañero suyo.
La enfermera prepara las historias de los pacientes. Son sencillas cartulinas rosas. |
Así que, lo que os decía, han sido unas semanas llenas
de contraste con él. Mi reflexión es que he estado ante un ejemplo de lo que es
la medicina paternalista, que hace años dominaba las consultas médicas en
Europa. Una medicina en la que el médico era una “divinidad” que se podía
permitir cualquier actitud (como lo de las llamadas telefónicas). Y también,
que he estado ante un ejemplo de lo que es un sistema privado de salud: en
Liberia no hay salud pública, y que un médico le saque dinero a sus pacientes cobrándoles
por servicios extra o derivándoles a su consulta privada es muy común, y no
solo es Ashram quien lo hace en el hospital. Por otro lado, a veces las
clínicas privadas pueden estar mejor dotadas, así que puede ser mejor para
quien se lo pueda permitir. Como defensa del hospital, sin embargo, hay que por
contrato los médicos tienen prohibido tener también una consulta privada. Pero
como veis esto a veces no se cumple y la administración tiene un poco difícil
abordarlo, dada la carencia de médicos que hay en el país. Por último, no me
gustaría que se me interpretara mal: quiero decir que a nivel personal con el
Dr. Ashram me he llevado realmente muy bien, y que, con sus errores como todo
el mundo (que queremos mostrar aquí como parte de la realidad que nos encontramos), es una persona muy afable y cercana, que se tiene ganado a todo el
personal del hospital,
que siempre te recibe con una sonrisa y que está dispuesto a enseñar y
compartir todo lo que sabe.
También quiero hacer una mención especial a la enfermera que
estaba con nosotros en la consulta. Nunca llegué a aprenderme su nombre ni ella
el mío, pero tampoco nos hacía falta: ella se dirigía a mí como “doc”
y yo a ella como “sister”, al
igual que Ashram. Era una persona alegre y activa, y sobre todo, totalmente
liberiana, con lo que ejercía un papel absolutamente clave en la consulta: era
nuestra traductora con los pacientes que usaban el inglés coloquial o Kolokua,
a los que muchas veces no entendíamos (ni siquiera Ashram que lleva ya 10 años
aquí) ni ellos a nosotros. Sólo gracias a ella nos enterábamos muchas veces de lo
que se quejaba el paciente, y el paciente a su vez de cuál era la misión que se
le encomendaba para vencer a la enfermedad.
Con esto, tenéis una breve descripción de lo que son estos 3
médicos del hospital y su labor. Sin embargo hay mucho más que decir. Una
experiencia muy interesante es que cada día, cuando llegamos al hospital, cada
médico hace su ronda por la planta y nosotros con ellos. Se visita a los
pacientes en sus camas y se ve si hay que hacer algún cambio en el plan médico.
Esta es una vivencia que día a día te sorprende, ya no por los médicos, sino
por la planta en sí. Lo que ves, lo que oyes, lo que tocas y lo que hueles…
sobre todo lo que hueles se te queda grabado a fuego. Este es uno de los hospitales
más limpios del país, pero aun así es más sucio que cualquier hospital español,
y los olores que uno se puede encontrar al entrar en una habitación en la que
hay 6 enfermos encamados desde hace varios días pueden ser muy penetrantes. El
olor a orina es el que más te llama la atención, unido al olor general a
“humanidad”. Durante la ronda (y también en las consultas) ves casos que ya
raramente se ven en España… casos graves de síndromes que son comunes en todo
el mundo. La enfermedad aquí llega mucho más lejos en cada paciente, y esto es
simplemente porque se le permite. Y el mayor aliado que encuentra no es el
sistema sanitario deficiente, sino la percepción que la gente tiene de la
enfermedad. Muchos pacientes vienen a consulta después de haber soportado
durante un mes una situación que a cualquier occidental habría aterrado a las
pocas horas (gente con dificultad para respirar por un fallo en el corazón,
gente con heridas infectadas y reinfectadas, etc.) Y esto puede ser por simple
ignorancia de lo que les está pasando, porque la familia no percibe como
peligrosa esa situación, o no estaba preparada económicamente, o porque confían
su salud a chamánes y métodos tradicionales, que son también más baratos que la
medicina moderna.
Una habitación general |
Las vistas desde la planta del hospital : ruinas y chabolas (de las grandes). |
Detalle de uno de los colchones. Son impermeables, para que no se estropeen con cada paciente que se orine en ellos. Nosotros en casa tenemos los mismos colchones (espero que no sea por lo mismo...) |
Una de las habitaciones privadas (de nuevo, suena raro pero aquí es muy normal, y da un buen aporte económico para mantener el hospital). |
Volantes de petición de laboratorio |
Una enfermera en el despacho médico, preparando historias. |
Dentro de la ambulancia, de camino al aeropuerto. Un poco vieja y mal equipada, pero hizo bien su función. |
Y esta es nuestra actividad pautada en el hospital… sin
embargo, nuestra vida médica no acaba aquí. De hecho todo lo que os he contado
es solo el principio. Lo bueno es todo lo que no está incluido en los horarios o que es
consecuencia de ellos, y que nos está llevando a ser un poco médicos, médicos
de verdad, por primera vez en nuestra vida. Pacientes que aparecen de repente y de los que nos tenemos que encargar nosotros, recogidas en ambulancia de pacientes que llegan al aeropuerto...
En "Springfil´s Airfield" |
Un hecho muy importante para esta experiencia ha sido que Ashram muchos días está “on
call”, es decir, que tiene guardias en urgencias; y nos da la oportunidad
de estar nosotros también de guardia con él (aunque esto es algo opcional).
Aquí estar de guardia no es estar siempre en la urgencia, sino estar con el
teléfono encendido y dispuesto a aparecer allí rápidamente: cuando hay un caso que
hay que ingresar o que los auxiliares médicos que hay en urgencias no saben
manejar, llaman al médico de guardia. Así que cuando le toca a él, nosotros nos
ponemos como primeros en la reserva: nos llaman primero a uno de nosotros (el
que este esa semana con Ashram) y vemos el caso. Luego en general llamamos a Ashram
para confirmar y comentar el tratamiento y el diagnóstico. Ciertamente, esto le
viene muy bien a él, porque así damos la cara por él cuando está fuera del
hospital, pero es también una muy buena oportunidad para aprender.
La sala de urgencias o "ER", un día normal. |
Durante esas horas de urgencias estamos viviendo cosas muy
interesantes e intensas. Es aquí por primera vez cuando hemos tenido la
responsabilidad de explorar, diagnosticar y tratar a un paciente nosotros solos.
Y también hemos vivido lo que es que te venga un paciente detrás de otro, y que
no pares en varias horas seguidas. Aunque es siempre una responsabilidad
transferida y sostenida por otro médico mayor, al que nos sentimos en la
obligación moral de avisar de lo que hacemos (para que el paciente reciba lo
mejor que se le puede dar). Sin embargo, en otro aspecto de la medicina somos
nosotros los máximos responsables y los que debemos actuar: en la comunicación
con el paciente y su familia, en el trato con ellos. Aunque comentemos el caso
por teléfono con Ashram para consultarle, nosotros somos los que estamos dando
la cara, los que vemos, tocamos y olemos al paciente… Y los que le podemos
tranquilizar, informar y animar, así como a su familia. En nosotros van a
apoyarse ellos para recibir un poco de esperanza y de sinceridad sobre la
situación que viven. Y la verdad es que desempeñar ese papel, y más aquí donde
los médicos no se preocupan casi nada de ese aspecto de la medicina, está siendo
algo precioso. Es muy bonito ver como la familia te mira agradecida en
urgencias después de que les expliques que le pasa al padre o la madre enferma,
como te piden a veces tu nombre después de hablar con ellos (¡se te había
olvidado presentarte!), como te ven los días siguientes por el hospital y te
llaman para contarte como va todo, o incluso para pedirte consejo sobre alguna
burocracia hospitalaria (curiosamente ninguno nos ha pedido dinero en esta
situación). En este sentido, también hemos tenido las primeras experiencias de
comunicar malas noticias: tuve la mala suerte de tener que comunicarle a un
paciente que tenía hepatitis B. Sin embargo, para mí fue algo muy bello. Era un
chico joven, novio de otra paciente embarazada a la que tuvimos que donar
sangre porque tenía todas las células sanguíneas por los suelos. Me senté con
él en un banco, y le intenté explicar en qué consistía la enfermedad (ya que él
no la conocía), qué precauciones debía tomar y que opciones tenía. He de decir
que aún no sé cómo se tomó la noticia… era imposible para mí penetrar sus
gestos, que me parecían impasibles. Solo sé que sintió algo de preocupación
porque me preguntó si en el hospital se lo podrían tratar, pero nada más. Ese
día acabamos todos extenuados emocionalmente, pero contentos de haber podido
aportar algo, aunque fuera un poco de calor humano o de preocupación hacía gente
que lo necesitaba (o de sangre).
Javi comentando un caso con el Dr. Ashram |
Una visita al laboratorio: necesitábamos que acelerasen con un par de pruebas. |
¡Dona sangre: dona vida! |
¡Un buen cooperante lo da todo! |
Y cierro ya esta entrada sobre el hospital y nuestra
actividad médica. Con esto ya sabéis como han sido nuestras primeras
impresiones de Liberia, como es nuestro día a día aquí, y como es la vivencia
en el hospital. Es cierto que 3 entradas en el blog, o incluso una conversación
por Skype, se quedan muy cortas para describir lo que vivimos cada día aquí. No
hay día en el que no pase algo que te suponga un revés emocional, que te exija
algo de reflexión, y que finalmente te haga crecer humana y espiritualmente. Y
aunque sea cansado, ¡espero que siga siendo así! De nuevo, gracias por vuestro
apoyo y por seguirnos, especialmente a los que hayáis llegado al final de esta
entrada tan larga. ¡Un abrazo!