Como dice el título, hace ya algo más de un año que volvimos
de Liberia. Quería escribir una entrada en el blog para recordar algún momento
de la experiencia vivida, y sobre todo, para analizar si ha dejado algún poso
en nosotros después de este tiempo
Una de las personas más cultas que conozco, Pedro Panizo,
profesor en la facultad de Teología de la Universidad de Comillas, suele decir
que no es lo mismo vivir una experiencia que hacerla. Cuando habla de esto comenta que hoy en día
está de moda coleccionar experiencias, quizá para meterlas en el curriculum de
la vida, o quizá sólo para saber que se siente durante esa vivencia (que no es
poco, sobre todo si hay que superar ciertos miedos), pero que muchas veces
estás experiencias no producen ningún cambio en la persona que las vive. A esto
le llama “hacer” una experiencia. Con el otro término, “vivir” una experiencia,
se refiere al hecho de que una experiencia efectivamente te cambie tu forma de
vivir. Que cambie de lugar el norte de tu vida y eso te haga tomar decisiones
diferentes, dirigir de otra forma la existencia. Toca ahora entonces hacernos
esa pregunta… ¿”vivimos” nuestros 6 meses en Liberia? ¿O simplemente los
“hicimos”?
Todo este tiempo en Madrid ha pasado como un tren de alta
velocidad… el periodo de readapatación, la preparación del MIR, la búsqueda y
elección de hospital y especialidad. En cierto sentido me da la sensación que
llegué hace un día de Liberia, aunque vea aquellos meses un poco como un sueño.
Lo primero supongo que se debe a que los últimos recuerdos que conservo de allí
son los mismos que conservaba al día siguiente de volver, y por tanto la
experiencia permanece igual. Pero estos recuerdos, como es normal, se van
difuminando con el tiempo, convirtiéndose en algo más parecido a un sueño, del
que a veces asaltan memorias más concretas, y del que va quedando un pequeño poso.
Nuestros amigos, menos aquellos que fallecieron por la
epidemia de Ébola, que aún colea por Liberia, Guinea Conakry y Sierra Leona,
nos escriben de vez en cuando por facebook. Esto, aunque no es muy a menudo,
nos mantiene en cierta parte unidos a ellos (y en esto he de decir que nos gana
Javi, que es el que más contacto tiene).
Son curiosas las conversaciones que se tienen por facebook con los
liberianos, y que son posibles gracias a los rudimentarios smartphones que se
venden allí:
-Hello, how are you Carlos?
-Hello! I’m fine, how is everything there? How
are your studies?
- Everything is all right here! God
bless you!
Fin de la conversación.
Javi jugando con nuestra amiga Krubo delante de varios niños |
Aunque les preguntes por la situación de la epidemia o del
país, sus respuestas serán pequeñas frases en un rápido intercambio, y no
podrás sacar nada más. O también se puede dar el caso de que te llamen a través
del facebook y que se gasten el escaso dólar de saldo que tenían en una llamada de 30 segundos aproximadamente. Al
principio este tipo de comunicación nos desconcertaba un poco, pero ya nos
hemos acostumbrado a que esta es su forma de hacerse presente. De hecho en
Liberia ya lo vimos bastante.
Otro caso curioso que se dio fue el de Marvin, el técnico de
ortopedia del hospital, que al mes de volver de Liberia nos escribió
pidiéndonos dinero para comprarse un coche de segunda mano. Fue una persona que
siempre nos acogió y nos trató muy bien estando allí, nos invitó a comer a su casa
y nos invitó a su iglesia. En cierta parte fue una sorpresa que él nos pidiera
dinero, cuando allí nunca nos había pedido nada, aunque después de tantas
situaciones de ese tipo durante la estancia allí no nos pudimos extrañar
demasiado. De hecho, los liberianos están acostumbrados a que los familiares y
amigos que consiguen ir a vivir a un país occidental manden dinero
periódicamente (o sustenten a toda su familia desde allí).
El padre Miguel lo corta el pelo a Javi |
Cambiando de tema, quisiera escribir unas palabras sobre
nuestra vivencia de la epidemia de ébola. Durante agosto y finales de julio, en
las dos semanas en las que el ébola estuvo en primera plana de periódicos y
telediarios (para caer después en el anonimato), fuimos siguiendo con tristeza lo
que sucedía. Lo más duro fue ir conociendo, según se daban, las muertes de
gente que allí habíamos querido y que nos había tratado tan bien… Patrick,
Tete, George, el padre Miguel… la hermana Chantal, que había sido tan profundamente
cariñosa con nosotros (siempre nos llamaba “sus niños”). Tuvimos intensas
conversaciones con el equipo de urólogos con el que estuvimos una semana
operando, mientras alguno de ellos con contactos en las altas esferas intentaba
hacer presión para que el padre Miguel y la hermana Chantal, que habían dado
positivo en los test, fueran repatriados. Finalmente sólo Miguel y Mami fueron repatriados, por ser ambos españoles, y el padre Miguel
falleció a los pocos días, así como la hermana Chantal (quien creemos que se
podría haber salvado de haber sido repatriada con el padre Miguel, ya que era
mucho más joven y sana). Unas semanas después, Emmanuel M. Carson, un amigo con
el que habíamos compartido algún viaje por Liberia y cuyo sueño era venir a
España, fallecía por causa desconocida (probablemente apendicitis), debido a
que todos los hospitales estaban cerrados. Él habló en la entrevista sobre la
felicidad que hice a alguno de ellos durante nuestra estancia, en la segunda
entrada de febrero, dandonos unas lecciones de vida increíbles. Fueron unas
semanas de shock emocional, en las que teníamos que seguir estudiando mientras no
podíamos creernos que aquel rumor que se extendía entre algunos de los
expatriados poco antes de dejar nosotros Liberia, se hubiera convertido ahora
en esa pesadilla descontrolada. Otra experiencia tremendamente dura fue leer
algunos comentarios que los españoles hacían en periódicos digitales, cuando se
valoraba la repatriación del padre Miguel, de Chantal, y Paciencia, en los que
algunos solían comenzar sus frases por “Nos
es que no valore lo que aquellas personas están haciendo, pero…” y
continuaban como todos sabemos. Afortunadamente no todos opinaban así, claro.
Yo en aquellos momentos me acordaba de la frase que un antiguo profesor de la
facultad nos dijo una vez, probablemente inspirada por el filósofo Gabriel Marcel…
“¿Quién puede decir lo que
tú vales? –
nos preguntaba - Sólo
Gonzalo, Chantal, Santi y Javi |
con los ojos del amor se puede ver el verdadero valor de
una persona”. Para nosotros la idea de dejar tirada allí a la hermana Chantal
o al padre Miguel, teniendo los medios para traerlos aquí, era un asesinato.
Conocíamos el valor infinito de esas personas, por el simple hecho de serlo, y
eso nos bastaba para justificar el despliegue. Pero quizá sólo éramos capaces
de verlo porque les queríamos en cierta forma, y eso nos hacía ver su valor. La
gente que nunca se había topado con el candor de la mirada de Chantal, podía
sentarse tranquilamente en su sofá y condenarla a muerte con un comentario
online… porque no sabían realmente quien era. Para ellos era como condenar a un
objeto o a una idea o a un personaje de ficción, que se merecía menos permanecer
en escena que las otras ideas o personajes en confrontación.
Ojala hubiera habido medios para salvar a todos y cada uno
de los liberianos y no liberianos que allí perecieron, y que hoy siguen muriendo.
En la actualidad el ébola, como antes decía, no ha
desaparecido de la zona. Siguen dándose casos cada día en los tres países y
sobretodo Sierra Leona es la que está saliendo peor parada. El total de casos mínimamente
confirmados ascendió a 25532 el día 7 de abril de 2015, y a 10584 el número de
muertes por el virus. Estos datos obviamente no pueden ser exactos dada la
infraestructura de esos países, por lo que habría que multiplicarlos por dos
siendo conservadores, pero además, no cuentan las muertes indirectas que el
ébola ha producido, como el caso de nuestro amigo Emmanuel, debidas al parón de
meses en la atención sanitaria y al descontrol general, en unos países ya de
por sí descontrolados. No hay forma de calcular el total de muertes que se han
producido debido a esta epidemia.
Una comunidad a la que fuimos a dar información con el "Proyecto Fístula" |
Como veis, la experiencia que allí vivimos se ha mantenido
presente a fuerza de acontecimientos de este calibre y también gracias al
internet móvil, que al haber llegado allí a un precio asequible, permite cierta
comunicación con nuestros amigos liberianos. Pero también en España nos
volvimos a encontrar con parte de nuestra experiencia, al ver a los que habían
sido nuestros compañeros expatriados de allí. Carmen, Pepe, Claudia… con todos
ellos hemos vuelto a cenar o comer, esta vez comida española de verdad, y a
mantener intensas conversaciones sobre lo vivido allí. Esto ha ayudado también
a ir sedimentando ciertas reflexiones que fueron surgiendo a lo largo de la
experiencia. Por ejemplo, Claudia nos contó cómo se dieron las primeras
reuniones entre representantes de la OMS y del gobierno liberiano, cuando la
epidemia de ébola no era más que un pequeño brote, allá por abril del 2014,
momento en el que se podría haber controlado perfectamente. Y cómo el gobierno
liberiano se tomaba con poca seriedad las advertencias de la OMS (cosa que, por
lo que se ve, suele suceder con frecuencia), hasta que ya fue demasiado tarde.
De la misma forma, Pepe, que trabaja para una empresa de minería inglesa en
Liberia, nos ha relatado como los minerales que se extraen en Liberia en el
fondo son robados a toda su población, con el consentimiento del nuevamente
culpable gobierno liberiano. Situación que es bastante común en los países en
vías de desarrollo, por otro lado. Las leyes de estos países suelen permitir
que una compañía extranjera pueda extraer materias primas pagando unos
impuestos ridículos al país, aunque eso sí, con muchos sobornos a sus
gobernantes. En palabras de Pepe, aproximadamente el 5% del valor de lo
extraído se queda en Liberia, mientras que si esa situación se diera en un país
desarrollado (pongamos que una minera francesa consigue nuestro permiso para
extraer plata de una mina española), nosotros exigiríamos aproximadamente un
50% de los beneficios. La conclusión es que los países desarrollados robamos a
los pobres sus materias primas, su oro, su hierro, su madera, su caucho… y en
el camino sus gobernantes se vuelven ricos, y sus ciudadanos cada vez más
pobres, según su propio territorio va perdiendo valor.
Como siempre en esta zona del mundo, la vida se abre camino |
Tras este desfile de duras verdades, uno se queda pensativo… y así llevamos, en el fondo, todo el año. Nuestra independencia económica es inminente, ya que en menos de dos meses empezaremos a trabajar en el hospital y a ganar nuestros primeros sueldos. Se abre una nueva etapa de la vida, y eso lleva a plantearse la pregunta… ¿cómo la quiero vivir? Es un momento para decidir qué valores van a ser importantes para nosotros, cómo vamos a orientar nuestros esfuerzos y qué vamos a hacer con el dinero que ganemos. Si no lo pensamos un poco, el torrente de la vida nos llevará por el camino prediseñado, que es posible que no responda del todo a lo que llevamos dentro. Y estas realidades que hemos visto y vivido en Liberia siguen ahí.
Javi tras un parto que fue algo complicado |
Si uno se para a pensar en todo esto, y realmente le preocupa qué tipo de negocios y situaciones está apoyando con su dinero, puede llegar a un callejón sin salida en el que la desesperación gane la partida, ya que realmente con frecuencia apoyamos “cadenas de producción” poco éticas para vivir. Es verdad que siempre podemos donar algo a una ONG o apadrinar a un niño… pero esto es sólo poner parches, no va a solucionar el origen del problema (y menos si la ONG a la que donemos el dinero es un fraude, que eso hay que mirarlo con lupa), ni tampoco va a evitar que sigamos siendo responsables de lo que apoyemos con nuestro dinero en todas las esferas de la vida. Aquí es cuando hay que ser sabio y no dejarse llevar por lo que parece un problema irresoluble, sino más bien avanzar poco a poco.
Últimamente hemos ido descubriendo actividades que pueden
ser interesantes en este sentido. Por ejemplo, es muy audaz la iniciativa
Fairphone (http://buy-a-phone-start-a-movement.fairphone.com/),
en la que una compañía holandesa se ha propuesto fabricar un modelo de
Smartphone en el que los derechos humanos y la ética se respeten en todo el
proceso de producción, desde las condiciones laborales en la fábrica, hasta la
extracción del coltán (un mineral necesario para los dispositivos electrónicos
comprimidos, tipo móviles, portátiles, gps, etc.), qué como todos sabemos en
gran medida se compra a mafias y organizaciones que controlan muchas minas de
la Republica Democrática del Congo, donde esclavizan a familias enteras para
ello y gracias al cual se subvencionan las guerras que se dan en esa zona. Por
cierto, es muy interesante el documental que el programa “En tierra hostil” tiene colgado en internet sobre las minas de coltán,
como tantos otros documentales que han realizado para informar sobre más
realidades injustas… un programa muy recomendable para estar sensibilizado con
diferentes injusticias a nivel mundial. A parte de Fairphone, otras empresas
compran el coltán fuera de África, y son también interesantes.
Pero no acaba aquí la cosa. Tenemos todas las iniciativas de comercio justo, que aunque no cubren una gama excesiva de productos, nos garantizan que nos mantenemos dentro de (y promovemos) la justicia económica e incluso a proyectos de mejora de diferentes zonas subdesarrolladas. Pero, aunque recomendable a veces, no es necesario irse sólo al comercio justo; bastaría con preocuparse un poco de dónde están fabricados los productos que compramos, por ejemplo, comprarse unos zapatos hechos en España en vez de unos hechos en un país en vías de desarrollo, te garantiza que tu dinero no va a estimular ninguna cadena inmoral de producción. Obviamente esta opción será más cara, por lo que en vez de tener 5 pares de zapatos en nuestro futuro armario de mileuristas, a lo mejor nos lleva a tener 2. Y por último, por no seguir eternamente con la lista, otra idea muy interesante es la de la llamada “banca ética”, que también salió en nuestra conversación por la montaña. Gonzalo nos comentaba la existencia de bancos que son transparentes a la hora de mostrar al cliente en que se va a invertir su dinero, o incluso que te permite elegir en qué se va a invertir; por lo general estas bancas suelen preocuparse además de que las inversiones tengan un cierto compromiso ético en los términos que estábamos hablando, aunque obviamente su rentabilidad siempre será menor, al menos de momento...
Una de las casas del área donde vivían Enmanuel y Krubo |
Y hasta aquí llega esta entrada. Dentro de poco, y como cualquier otro profesional, empezaremos a adquirir más conocimiento y práctica en nuestro campo, y esto nos permitirá poder usarlo en lo que consideremos mejor. Y en 4 o 5 años ya seremos especialistas. Será otra nueva forma de relacionarnos con el mundo, no exenta de riesgos y de apuestas que hacer. Si algún día este camino nos llevará de vuelta a Liberia o a algún otro país en vías de desarrollo… no lo podemos decir, aunque el deseo de viajar y conocer nuevas culturas y realidades vuelve a crecer en nosotros tras estos meses, junto al de querer poner un granito de arena en que las cosas cambien. Pero creo que es más importante centrarse en el presente y en lo que podemos hacer en la vida que ahora nos toca… sin cerrar los ojos a las puertas que se irán abriendo cuando sea el momento.
Algún día Liberia será conocida por la belleza de sus playas kilométricas |