viernes, 11 de octubre de 2013

Un día a día

Como decía Javi en la entrada anterior, la sensación aquí es la de estar constantemente en el baño después de la ducha. La humedad es tal que cualquier cosa a una temperatura determinada se cubre de perladas gotas de agua condensada. Además este golpe de humedad se repite cada vez que sales de una habitación con aire acondicionado (algunas de las consultas del hospital o la casa de algún “expatriado”, es decir, de un extranjero que viva en Liberia), ya que estos aparatos expulsan aire seco.

Al releer este párrafo ya me entran dudas de por dónde continuar la entrada… ¿debería dedicarme a describir las condiciones climáticas que estamos viviendo? No es mal tema, ya que incluye rayos “bomba” a tan solo unos 100 o 200 metros de casa, que te hacen pensar que la guerra ha vuelto a estallar. O también las famosas lluvias en “jarra”, es decir, aquellas en las que en vez de gotas caen prácticamente chorros de agua… cualquiera que ose enfrentarse a este fenómeno acabará totalmente empapado (como si se hubiera sumergido en una piscina) en menos de 5 segundos.

 Otra posibilidad sería dedicarse al concepto de “expatriado”. Uno oye esa palabra y (si no la conocía de antes) automáticamente la mente se llena de ideas románticas de exilio, aventuras y grandes hazañas.  Aunque la realidad del expatriado aquí es muy diferente (aunque con unas notas cercanas a esas ideas, sobre todo en cuanto a la apertura a lo desconocido y la búsqueda más allá de lo cercano).

Pero creo que lo que toca hoy es hablar un poco de nuestra vida aquí. De lo cotidiano. Lo que está siendo cada día aquí, y lo que uno se puede encontrar.

Nos levantamos por la mañana y el querido aire húmedo el que nos recibe, junto con el ruido atronador de uno de los generadores diésel del hospital, que se encuentra a unos 20 metros de nuestra casa. Cada vez que entro en la casa me pregunto cómo es posible que nos acostumbremos a ese sonido a los pocos minutos de estar dentro, como si no estuviera ahí. Sin embargo este velo regalado por la costumbre cae cuando menos te lo esperas (cuando intentas hablar por Skype, cuando ponemos música con los pequeños altavoces traídos de España…), y te das cuenta que ahí sigue el sonido del generador haciéndonos compañía. Lo más normal suele ser pasar por la ducha tras levantarse, ya que el efecto de la temperatura y la humedad por la noche así lo recomienda. El pequeño ventilador rotatorio instalado en el techo de la habitación ayuda a aliviar este efecto, pero no lo suficiente como para no despertarse  con algo de sudor en el cuerpo.

Nuestra casa es bastante sencilla. Un único piso, ventanas de cristal segmentado, para dejar pasar la corriente (ya que no tenemos aire acondicionado, claro), blindadas con mosquiteras puestas de aquella manera (los primeros días las estuvimos reforzando con cinta aislante, y aun así entran mosquitos, avispas, cucarachas, carcomas… en fin). Cada uno tenemos una habitación doble, con dos camas, una mesa, un taburete, un armario, y nada más.
La habitación de Javi, con su mosquitera y su bandera de España

La de Gonzalo

Mi habitación (las 3: desorden en estado puro)
A eso hay que sumar lo que hemos traído cada uno (fotos, calendarios, regalos de amistades y familia, nuestra maleta y algún que otro ordenador portátil). Tenemos un baño (con agua caliente producida por el motor diésel... algo que no me esperaba para nada; Me pregunto si la usaremos cuando venga la época seca,  y comience el calor de verdad). El salón tiene unos cómodos sofás y también una mesa más grande con sillas. Las estanterías tienen ahora un montón de libros de medicina y de lectura personal, la verdad es que muy profundos todos. Y además cada uno tenemos un ebook (no se a que pensamos que hemos venido aquí…). Las dos guitarras, una acústica y otra española, son habituales ocupantes de los sillones. La cocina apenas la usamos, menos la nevera, que funciona a pleno rendimiento cargada de embutidos traídos de España y de agua embotellada.  Todas las habitaciones menos el baño y la cocina cuentan con su bienintencionado ventilador rotatorio en el techo… una bendición, os lo aseguro. Aquí las corrientes de aire son el oasis de cualquier edificio.
Arriba se ve el ventilador del salón. Preciado tesoro.

Detalle de las ventanas de la casa
Tras la ducha, salimos de nuestra casa y subimos a desayunar a la casa de los hermanos. Allí nos espera en la mesa un bote de leche en polvo, agua caliente, pan tipo “Bimbo” para tostar, mermelada, mantequilla y crema de cacahuete. También puede haber algo de fruta (en general plátanos o naranja). Los hermanos desayunan en otro momento, cuando pueden. Nosotros lo hacemos juntos o separados según el día.











Tras el desayuno toca ir al hospital. Son las 8 de la mañana aproximadamente. La verdad es que el hospital merece una entrada aparte, pues allí se desarrolla la mitad de nuestros días. Probablemente la próxima entrada, así que no voy a destriparla. De momento estamos acompañando a alguno de los médicos de aquí, aprendiendo de ellos todo lo que podemos, todo lo que podamos absorber sobre cómo se hace medicina aquí, que es muy diferente a como se hace en el mundo desarrollado. Aún nos queda mucho que aprender.
El hospital, visto desde la entrada de urgencias. Como veis, no tiene nada que ver con
lo que es un hospital para los europeos.
Este cocotero está en la parte de atrás del hospital, justo pegado a la playa.
Lo malo: hay una muralla de dos metros, necesaria, separándonos de la playa. 

Tras el hospital, vamos a comer a casa de los hermanos (a eso de las 2); de nuevo, no suele coincidir nuestra hora de comer con la de los hermanos (de hecho ni siquiera entre nosotros 3). Y tras la comida viene la tarde… un espacio de tiempo muy variado en el que puede suceder cualquier cosa.


La casa de los hermanos. En las fachadas: "Brothers of st. John of God"
y su símbolo a la izquierda, la granada.
Podría aparecer Carmen: la enfermera que trabaja en “mujeres por África” aquí,
 con alguna oferta para conocer la ciudad o cualquier otra cosa que requiera un vehículo motorizado. Cualquier salida con ella puede acabar en aventura (el hecho de salir del recinto del hospital es ya una aventura, pues te conviertes en el objetivo de las fijas miradas de los liberianos, obviamente por el color de tu piel, y eso, junto con el miedo a lo desconocido, te hace estar en tensión todo el rato y sentir cierta inseguridad). 


Carmen (y de fondo, el edificio del generador)


Un supermercado visto desde fuera
Sin ir más lejos, hace dos días Carmen nos llevó a un supermercado… esto, aunque no lo parezca, es algo muy interesante. En Monrovia la clase social medio-alta, muy escasa y en parte formada por expatriados, compra en  los supermercados. Estos tienen precios desorbitados para todo menos para el tabaco.  Alrededor de ellos hay guardias de seguridad, que también ayudan a los coches (90% de las veces “jeeps”) a aparcar, y también gente con alguna enfermedad visible pidiendo dinero (en general gente con lesiones en algún miembro). 
Dentro del supermercado el nivel de tensión disminuye a un nivel casi europeo… parece que estamos en casa otra vez. Los cereales de siempre, las patatas de siempre, chocolate, vino. Todo al doble de precio, por lo menos, de lo que lo comprarías en España.
Fijaos en el precio... está en USD: unos 5€ el paquete
El Dr. Balsa elige su desayuno...
una pena que el sueldo no le de para comprar nada de esto
(sin explicación)
 Solo mirad el precio: 11USD por 10 paquetes de Malboro.
Afortunadamente no fumamos ninguno

Para que os hagáis una idea, los guardias de seguridad del hospital cobran al mes 75 USD (dólares americanos). Y una tableta de chocolate o una caja de cereales en el supermercado vale 6 o 7 dólares.  Las enfermeras cobran 200 USD. Y los médicos 4.000 (ellos sí están en la clase media-alta de Liberia).  ¿Dónde compra entonces el liberiano medio su alimento? O bien lo cultiva en algún huerto familiar, o bien lo pesca, o, lo más común, lo compra en los mercados locales. Estos no tienen nada que ver con un supermercado, y me remito a la foto de Javi en la entrada anterior: son simples tenderetes montados a pie de calle, o dentro de casetas de madera, vendiendo lo que el propietario y su familia pueda  (algo de fruta, pescado seco, yuca, cebolla, y otros vegetales o tubérculos que jamás había visto y que no se nombrar). En estos mercados la moneda que se mueve no es el USD, sino el LD, el dólar liberiano. Este tiene un valor de aproximadamente 0,014 dólares americanos. Es decir: 1 USD = 70 LD. Entonces un guardia de seguridad gana 5250 LD, con lo que se puede mover por este mundillo de los mercados callejeros y de tiendas liberianas en casetas de madera (peluquerías, bares, etc.). Aun así, mucha gente se tiene que pluriemplear para dar de comer a su familia y seguir adelante mes a mes, ya que no todo se puede comprar en estos mercados.


Un motorista, clásica imagen por las calles. 
La mayoría aprovechan su moto para ganarse un sueldo extra llevando gente.

A la vuelta del supermercado, la calle principal que conecta con el hospital, estaba abarrotada. Así que decidimos dar un rodeo… acabamos en medio de una barrio típico de Monrovia, y por tanto empobrecido. Iba cayendo la noche (7 de la tarde), la visibilidad era menor… y nos íbamos dando cuenta de lo que debía ser la vida de un liberiano por esas calles en la noche: se caracteriza por la ausencia de luz. Y es que en las calles de Monrovia no hay alumbrado público (menos en el centro en algunas calles grandes), lo cual hace que por la noche la mayoría de los barrios se conviertan en un paisaje oscuro y con tintes postapocalípticos (si alguno habéis visto “the walking dead” lo entenderéis). Los puestos de mercado seguían abiertos en la oscuridad, los ríos de gente seguían ahí y los caminos embarrados  también. Los faros del jeep eran la única fuente de luz muchas veces. Otras veces lo era alguna bombilla de un puesto con luz eléctrica, o un farolillo de alguna casa, o incluso un puesto de observación de la ONU.  No es de extrañar que las violaciones sigan dándose en números alarmantes en esta ciudad: en muchas calles la oscuridad es tal que nadie puede ver lo que en ellas sucede, a menos que estés dentro de la propia calle. Y el hecho de que las noches en esta zona del mundo sean tan cerradas, no ayuda. En estas condiciones, tampoco es de extrañar que el consejo sea no salir a andar por la calle, y mucho menos por zonas oscuras.

Ya veis, un simple paseo en coche al supermercado da mucho que hablar. A veces la opción no es salir, sino quedarse en el recinto del hospital. Solemos estudiar una hora o dos todas las tardes, para profundizar en lo que ese día hayamos aprendido y coger agilidad. También aprovechamos para leer, hacer un poco de ejercicio en casa o ir a jugar a la pista de tenis del hospital. Esta es todo un lujo, herencia de una época de mayor comodidad económica en el país, y que ahora está descuidada, con grietas en el suelo y cubierta de hojas. Aun así, ¡no podemos desaprovecharla! 


Gracias a la pista de tenis hemos conocido a Erik, sobrino de uno de los médicos del hospital. Y es que la pista es toda una atracción turística, pero no para los extranjeros, sino para los liberianos. Junto a ella hay un pozo de agua, al que viene a sacar agua la gente que vive cerca del hospital. Entran en el recinto del hospital con cubos y tinajas de plástico, y tienen que rodear la pista de tenis un día tras otro para llegar al pozo. Una pista de tenis que para ellos es parte del decorado diario, inactiva e inerte. Y muchos de estos liberianos que van a sacar agua son niños… así que imaginaos lo que pasa cuando ven a 3 raros seres humanos blancos jugando al tenis en ella: al final acaban jugando ellos con nuestras raquetas, de cualquier manera, con la mano misma. Otros, sobre todo las niñas, nos miran con asombro “you are beautiful” nos dicen “you have blond hair” o “white skin”. Se acercan a tocarnos el pelo y la piel, ya que para ellos es extrañísimo. Al final todo acaba en risas, cosquillas, choques de mano, etc. Y luego dicen “we are leaving” y corren a la fuente, cargan sus cubos de agua y se los llevan sobre la cabeza. Muchos adultos también se paran y se quedan mirando, con la tinaja sobre la cabeza también. Esos realmente son los que más curiosidad me despiertan… ¿qué estarán pensando? ¿por qué un adulto se queda parado 5 minutos junto a una pista de tenis con blancos jugando en ella? Incluso te produce cierta inquietud, porque  en España no estás acostumbrado a que la gente se pare así a mirarte. Y si lo hace, sueles sospechar de tal persona. Pero aquí la gente no tiene tanta prisa. Quizá disfruten mucho más de la vida, de lo poco que tienen la mayoría. Desde luego, los niños saben disfrutar de 3 pelotas de tenis para 15 de ellos.  Y cuando llega el momento de irse la devuelven con una sonrisa, y dejan las raquetas una sobre otra junto a la red.
Grupo de niñas curiosas. Al de detrás no le conocemos... típico adulto observador 



Y esto son solo dos  posibilidades de tarde. Pero hay más, claro. Algunas veces todo cambia por alguna visita inesperada de un español (hasta vienen a pedir consejo médico), que nos cuentan sus aventuras aquí, o porque nos quedamos ayudando en el hospital a hacer ecografías a Rudy, médico que trabaja ahora para la ONG “Mujeres por África”. Por supuesto el fin de semana aprovechamos para otras cosas (aunque solo llevamos uno aquí): el sábado por la mañana hicimos una incursión a la playa junto al hospital, a ver cómo era. 


El barrio que está a píe de playa junto al hospital.
La conclusión fue que está tan sucia que no hay ganas de bañarse en ella. Además, los ciudadanos de los barrios pegados a ella la usan de WC, con lo que la pobre playa pierde su atractivo definitivamente.  Al anochecer fuimos con George en coche a ver la ciudad…  el centro, aunque más iluminado, es bastante desastroso. Edificios construidos de cualquier manera, desorden en las aceras, y callejuelas oscuras. Se me quedó grabada la visión de un edificio: de unos 20 metros de alto, derruido, y con 3 árboles enormes creciendo desde dentro y sobresaliendo varios metros, atravesando vigas y tejados. De momento no hemos podido conocer las famosas fiestas de expatriados en el “Sajj”, local ya clásico aquí… este fin de semana tocará, y además toca fiesta española por el 12 de octubre. El domingo por la mañana fuimos a una misa fuera del hospital, por fe o por curiosidad, o por ambas a la vez; fuimos con algunas de las “hermanas” (en el recinto del hospital también viven unas religiosas). 
De derecha a izquierda: Gonzalo, Javi y la hermana Chantal
Dentro de la iglesia hacía un calor abrasador que fue aumentando según avanzaba la misa, que obviamente era muy diferente a una misa en España. Eran muchos los detalles diferentes, pero el más importante era sin duda el coro que la animaba. Tambores, bailes, instrumento desconocidos, y una sonoridad y armonías totalmente diferentes: lo que cualquiera de nosotros identificaría como “música africana”. Y la verdad es que tocaba el corazón. 







El domingo por la tarde, después de comer, fuimos con Carmen y con Paola (una boliviana que se ha unido a nuestro grupo de españoles) a jugar al “volley” a una playa a unos 20 minutos del hospital. Todos los domingos por la tarde se reúne un grupo hispanoamericano a jugar allí. A sentirse en casa de nuevo y a olvidar los estreses producidos por intentar sacar adelante su proyecto personal en Liberia, cualquiera que este sea (que no es nada fácil, dada la situación de corrupción y desorganización dominante). La tarde fue genial, y aunque estaba nublado, la temperatura tropical del aire y el agua nos hicieron sentir en un resort. Además se unió al partido un grupo de soldados y policías rusos y ucranianos, que trabajan aquí para la ONU. Toda una experiencia cultural y deportiva.
De derecha a izquierda: Paola, Alejandra, Belén, Claudia y la otra Carmen
Y va llegando el final del día, y de esta entrada. A eso de las 8 de la tarde toca cenar. Algunas veces vamos a la casa de alguno de los expatriados españoles, donde volvemos a los lujos del mundo desarrollado (al aire acondicionado, el vino, el jamón serrano, la tortilla de patata…). Pero lo normal es ir a la casa de los hermanos a cenar. Allí nos encontramos con los hermanos Patrick y George, y charlamos con ellos largamente sobre Liberia, África, el hospital o cualquier cosa. Ah, y de fútbol, mucho fútbol (la gente de este país es una auténtica forofa, y saben mucho de fútbol, además, saben de fútbol a nivel internacional… se lo saben todo). Poco a poco van siendo también nuestros “hermanos”, les vamos conociendo.

De derecha a izquierda: Gonzalo, Patrick, yo, George y Javi.
El hermano Patrick de visita en nuestro salón.
 Esta foto es muy representativa de sus inclinaciones.
Y para acabar, tras la cena suele tocar momento “Skype”, “Wahtsapp”, o “blog”. Llevamos tres días diciendo de ver una película después de la cena, pero la comunicación con nuestras familias y amigos gana la batalla. Nos recuerda de dónde venimos y a donde volveremos… aunque a los tres nos pasa lo mismo: es difícil expresar todo lo que aquí se vive en unos momentos de conversación. Y menos cuando son vivencias de las buenas, de esas que te van cambiando por dentro y dan los frutos cuando menos te lo esperas. ¡Ya os contaremos que sale!



12 comentarios:

  1. Nos encanta leeros.
    Sugerencia: poned un contador de visitas.
    Un besazo a los tres

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  2. Muchas gracias Teresa! Te hago caso ya mismo :) Un beso de todos!

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  3. Me dejáis sin palabras. Hay fotos en este post que me hacen sentir una mezcla entre ternura y una curiosidad brutales. Creo que voy a enseñar este blog a amigos y familia para que puedan ver reflejado este "otro" lado del día a día, en un país tan "lejano" como es "Laibiria" (:P). Me encanta todo lo que contáis, me parece MUY interesante (sí, en mayúsculas), así que os animo a que sigáis haciéndolo, yo seguiré leyéndoos y preguntando por vosotros ;)
    Un saludo y un beso grande a los 3.
    Celia :)

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  4. Hey Liberianos!!

    Menudo pisazo que tenéis!! He visto el salón y me he quedao a cuadros!

    Bueno, bromas aparte, muy buena entrada del blog. Me he quedado un rato pensando sobre lo que contabas de los niños...les debe llamar muchísimo la atención el color de vuestra piel...que os consideren mas guapos, o ¿mas afortunados? No se...pero se equivocan...quizás tengamos más cosas pero tenemos, como has dicho, "demasiada prisa"....y no vivimos la vida, sino que no paramos en todo el día de correr para hacer todo lo que hay que hacer. Con el estudio del MIR además me estoy dando si cabe más cuenta de esto...que horror de rutina! y no por dedicar el tiempo a estudiar, puesto que me mentalizo de que lo estoy haciendo para dedicarme a la medicina, sino por ver cómo pasan los días exactamente iguales, uno tras otro, sólo cambiando lo que como o lo que llevo puesto...

    Me alegra ver que estáis viviendo esto a tope!!

    Un abrazo muy fuerte,

    Fran

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  5. Saludos!
    No sabéis lo que he disfrutado leyendo las entradas de estos días! saber que existe vida fuera del MIR es algo que ya empezaba a dudar... Me alegro un montón de que estéis disfrutando de una experiencia como esta y más aún de que la compartáis con tanto detalle y fotografía, os animo a que lo sigáis haciendo!. Estas cosas suelen dar mucha pereza en el momento pero además de hacernos partícipes de todo a los que no estamos ahí, es algo que cuando estéis de vuelta os gustará mucho recordar!
    Un abrazo y disfrutad a tope!

    Guillermo B.

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  6. Gracias por leernos Fran, Celia y Guille! :) Nos alegramos de verdad de que os sirva para desconectar un poco y ver un poco de lo que se vive aquí, y si encima os lleva a alguna pequeña reflexión (como las que tenemos aquí) ya no podemos ser mucho más útiles! Nos tocará a nosotros el tiempo de encerrarnos, claro.. espero que ahí nos ayudéis a desconectar!
    Gracias de nuevo y un abrazo muy fuerte, y pronto la próxima entrada ! :P

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  7. Muy interesante, chicos.
    Se ve mucho entusiasmo. De momento estáis teniendo de todo. Algunas cosas que he leído me parecen tremendas. Me refiero a la realidad que existe fuera.
    Esperó leer pronto cómo es el paciente liberiano en comparación con el español y cómo se intenta salir adelante en el día a día en un hospital. Seguro que es, por decirlo de alguna manera, llamativo.
    Supongo que estáis al día de España. Como veo que habláis del tiempo, aquí ya está llegando el frío... El otoño madrileño con diferencias de 15º entre el día y la noche... También is "peculiá".

    Enhorabuena por vuestras entradas, muy buenas. Os pongo muy buena nota... Jejeje... No pude evitarlo.

    Sonia.

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  8. Holaaa! soy Marta González. No os conozco mucho pero encontré este blog por facebook y quiero deciros que me encanta y que sigais escribiendo, que como dice Celia, es todo muy interesante. Quién sabe, igual dentro de un tiempo, os copio! Disfrutad muchisimo de la experiencia y aprended todo lo que podais (no sólo de medicina)... y si nos podéis contar cosas, cuantas mas, mejor. Ya os he agregado a favoritos :-)
    Un beso!

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  9. Estamos impacientes ante esa nueva entrada.
    Espero que no hayáis tenido tiempo de escribir por cosas "buenas".
    Seguimos esperando.

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  10. ¡¡¡Enhorabuena por esta entrada Carlos!!! Me ha encantado.
    ¡Qué bueno lo de la pista de tenis y los niños y niñas curiosos y curiosas!
    Me ha gustado leer también sobre vuestra tarde de domingo con los soldados de Naciones Unidas y me ha hecho recordar algunos de mis viajes. ¡Cuántas cosas se pierde uno cuando enciende la tele!

    Sinceramente, creo que todo lo que estáis viendo os va a aportar mucho como médicos pero sobre todo como personas.

    Estamos deseando saber como os sentís en el hospital, los progresos que vais haciendo, lo que estáis aprendiendo y las decisiones que vais pudiendo tomar.

    Disfrutad y seguid contándonos porfa.

    ¿A parte del blog, estáis llevando algún tipo de diario? No estaría demás publicarlo en formato libro al final de toda la experiencia

    Un abrazo muy fuerte para los tres

    Carlos

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  11. Para todos y en especial para JAVI de parte de su abuela Pepa: Que os apliquéis mucho, que aprendáis todo lo que podáis, que disfutéis ahora que sois jóvenes y que os cuidéis. Y un refrán a la vista de estas fotos: no es más rico el que más tiene, si no el que mejos necesita" --> Muy típico de la yaya Pepa.
    Con todo el cariño: Pepa, MJose, Juanjo, Barkha y Badal.

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  12. Echamos de menos vuestras bonitas entradas, ¡haced un huequito para escribir!!!

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